Poemas
Donde el viento aún ondee tu aroma
De aquel momento recuerdo tu sonrisa, era deslumbrante
y cómo sostenías mi mano mientras caminabas lentamente y con cuidado
Me fijaba en cada pisada que dabas, parecías una bailarina,
te deslizabas con soltura, con esa gracia natural, tan innata y peculiar
Tu vestido rojo se ondulaba con el viento revoltoso, que acentuaba tu figura
Eras el fiel dibujo de lo elegante y lo sensual
Cómo te giraste y me miraste,
y con tus dedos de pianista me tocaste
La suavidad de tu piel de ángel, y tus labios al besarme
La verde luna iluminaba una noche mágica, como ninguna.
Hechizado por tu rostro feérico, tu mirada me elevaba hasta el mismísimo cielo
Me embriagabas con el calor de tu boca, y con tus labios escribías versos de amor en mi piel.
Bendición del cielo estar a tu lado
No podía pedir más nada, contigo sentí tenerlo todo
¿Qué me dicen tus ojos? Me preguntaste.
Y yo no me atrevía a decirte que te amaba
Pero lo cierto es que te amaba como a nadie
y que eso mismo desde dentro, en silencio yo gritaba
Muchachita de ojos verdes.
De cabello áureo y dulce mirada,
la niña a la que yo amaba.
Demente, me siento demente, de no sentirte,
de no mirarte, de no amarte.
De no tenerte.
Allá donde estés, donde el viento aún ondee tu aroma,
quiero que sepas que te amé desde el primer momento en que mis ojos te vieron,
que no te olvido, que aún te anhelo.
Que del recuerdo de aquella noche mágica aún suspiro,
por un beso de tus labios,
por el calor de tu boca.
Álvaro R.


A medida que naveguemos
Fascinado contemplo el embrujo de su rostro, un rostro bañado con la luz del horizonte.
No hay nada más hermoso que contemplar, no para mí.
Mecida al son de las olas, mantiene su viva mirada al frente.
En sus ojos negros veo el sol reflejarse.
Sus ojos negros, hermosos ojos negros.
Sumergido en ellos he visto el pasar de los días,
de nuestros días.
Bañados con la roja luz del atardecer,
los observo atónito.
En ellos veo una claridad radiante, infinita, hechizante.
Sujeto su mano, siento su calor, su suavidad,
su tacto es un piropo para mi alma, su afecto es el garante de mi felicidad.
Tomo su mano. La acaricio con halago.
Con el atardecer como testigo, declaro con firmeza que la amo.
Se vuelve hacia mí y sonriendo sólo como ella sabe,
acaricia mi cara con cariño, me fulmina con su aguda e hipnótica mirada.
Acerca su cara a la mía. Me besa. Se activan todos mis sentidos,
y el corazón me late demente.
Se me entrecorta la respiración. No quiero pestañear, quiero mirarla fijamente,
podría estar así siempre.
Me sonríe, y clava nuevamente su rostro en la distancia, esta vez, cerrando sus ojos.
Por el movimiento de sus parpados, la veo imaginar,
sueña despierta.
La contemplo con profunda admiración, con sincero amor,
con toda pasión.
Álvaro R.


Es en ese sitio, en aquel lugar
Donde mi cuerpo flota, y mi alma cabalga libre.
Es en ese sitio, en aquel lugar.
Donde mi sufrimiento se reduce a cenizas, y a nivel del mar.
Es en ese sitio, en aquel lugar.
Donde fui niño, y me hice hombre, y donde me hago viejo.
Es en ese sitio, en aquel lugar.
Donde vuelvo a encontrarme, donde percibo mis sentidos bañados al sol.
Es en ese sitio, en aquel lugar.
Mañana, tarde o noche, es allí donde quiero estar.
Es en ese sitio, en aquel lugar.
Esa nacarada tierra donde aprendí a caminar, donde aprendí a amar.
Es en ese sitio, en aquel lugar.
Álvaro R.

Por una mirada
Busco el calor de tu mirada,
esa mirada que embriaga todo mi cuerpo,
que con tu elegancia enciende.
Ay cielo, sí supieras todo lo que te daría…
Otro día más, y fugaz te me has ido.
Imperturbable es la pasión que siento,
interminable es el quererte.
Ay mi niña, cuánto te anhelo….
Mis ojos, locos, te ven alejarte,
y así, día tras día, y tan sólo quiero amarte.
Hoy te he vuelto a mirar, te he vuelto a buscar.
Ay mi vida…
Un día me miraste, y otro también.
Pero hoy no. Y yo provocando una mirada,
mirada que no llega, y a veces llega, pero ahora te vas.
Álvaro R.

Mi ángel de mil amores
Cierro los ojos, y vivo para contarlo, porque,
decenas las veces que te vi, las veces que te sentí.
Miradas hacia un cielo despejado, verde azulado.
De niña te recuerdo siempre riendo, llena de luz y de color,
haciendo más viva la vida, más intenso el amor.
Besos que te lanzaba al aire, para que tú los cogieras.
Así era, oh mi niña, como fueron los primeros besos que te daba,
los besos que luego se harían sonido en tu boca.
Esos besos sensibles, esos besos sentidos.
Caricias a la piel del ángel, halagos y guiños, todo era poco,
a mi espíritu celeste, a mi ángel de mil amores, a mi niña.
La luz que luego me sería robada.
Al amanecer sigo viendo tu melena al viento,
tu respiración cerca de mí, tu aliento en mi pecho.
Tu calor, aún sigue en mi cuerpo.
Tu esencia, en mi recuerdo está,
acorrala mis sentidos, y no lo dejo marchar.
Muchachita risueña, mi sentido y mi vida.
Mi ángel de mil amores….
Álvaro R.

El viento de la noche
Reconfortante, aquel que me guía por cada noche,
noches de suspiros y lágrimas, de anhelos y recuerdos.
Acuérdate de mí – me dice el viento en susurros- y yo le sigo.
No pierdo la fe.
La arena, majestuosa, se extiende sobre mis pies,
y de la mano de la orilla, marcan mi camino, y el viento,
señala mi destino. Al alcance de mi vista, al alcance de mis manos.
Siento, sereno, y respiro.
Faro invisible que me guía, aire fresco que atempera mi rostro,
que aligera mi alma, vientos de verano, que pintan mi espíritu.
El viento me traía todos esos besos que me enviabas de lejos,
y siento que aún sigues ahí, mirándome, apartando de tu rostro los cabellos,
esos cabellos al viento de levante, viento travieso.
Me llegan esos besos, me siguen llegando, los sigo sintiendo.
Tú aroma, la esencia de tu piel, tu aliento, tu calor,
regalos benditos que el viento dejaba siempre a las puertas de mi pecho,
y mi piel se erizaba, y mi corazón enloquecía, y yo me enamoraba.
Es el viento de la noche, que guía mi camino.
Me fío de él, le sigo…
Álvaro R.

Avanzo
Avanzo, siento más mi alma
Conectado a ese halo de misterio, percibo todos mis sentidos
A cada paso, respiro, y en silencio, siento el latir de mi corazón.
Noto como el aire se introduce en mis pulmones, siento la brisa en mi cara,
El calor del sol me acompaña frente a un cielo abierto, y me muevo lento,
Cómo se mecen las hojas de los árboles, testigos impasibles a lo largo de los siglos.
Tomo la energía que del Universo me llega y transformo el sufrimiento.
No me desprendo de él, es imposible, pero lo advierto, lo distingo, y lo reduzco.
Con la ayuda de mi propia respiración, y concentrándome en el cantar de los pajarillos,
que alegres me acompañan bajo el sendero, mermo el dolor que tanto daño ha provocado.
Ahora te tengo cerca y hago contigo lo que quiero, no me siento dominado por la pena,
ahora estoy en tregua, sosegado, ahora toca descansar y descartar todo lamento.
Álvaro R.

5
Parece que el sol ha perdido toda importancia, que el cielo ya no es infinito,
que las estrellas ya no se observan y las nubes no avisan de nada.
Parece que la luna ha perdido toda elegancia, que ya no es testigo del amor de dos chiquillos,
y que ya no mece el agua salada.
Ni que decir tiene que el horizonte ya no intimida, y que las revoltosas olas ya no agradan,
ya la arena no acaricia tus pies.
Y la muerte de la luz, su adiós parece ignorado, ya sabemos que volverá,
y mañana será otro día.
Y los versos, los versos de un marinero, aquél que no murió y que vive aún con las sirenas,
ya no hacen llorar a nadie, sólo a pobres nostálgicos.
La cara arrugada de aquél marinero, de pelo blanco como la sal y de voz entrecortada,
ya parecen olvidar.
Las gaviotas, tristes en su vuelo, resisten, y con su graznido siguen esperando,
a que la gente comience a despertar.
Álvaro R.

4
Veo mi cama vacía y espero algún día encontrarte en ella,
sonriente, perezosa, blandita, desnuda.
A veces te imagino de una forma y a veces de otra,
y te sueño, y en cada sueño, tu cara ya es de otra, y otra, y otra.
Ansío abrazarte, a ti, que no sé ni quién eres, ni cómo eres,
tan sólo es el amor que nunca llega.
¡Qué estúpido, y qué triste!
A veces eres una chica de cabellos rojos como el fuego y menuda, traviesa,
y en otras eres una pálida chiquilla de melena azabache y ojos verdes.
No hay un atardecer en el que no piense que estás a mi lado, que tomo tu mano,
y disfruto de tu rostro al viento, de tus ojos bañados por la luz, de tu piel tranquila,
apacible.
Anhelo tu compañía, niña linda, yo sólo quiero que llegues,
y con tu presencia me hagas rico, poderosamente rico, al tenerte a mi lado.
A veces eres alta y de piel castaña y ojos marrones, coqueta y reluciente, elegante
y en otras tus cabellos son el reflejo del sol, y tu piel es nívea, pura, virginal.
Te amo, sin saber de ti, te quiero, sin que tú me quieras, aunque así me lo imagine,
ven cuando quieras, que yo ya te amo.
Álvaro R.

3
Mi mente grita tu nombre, a cada instante,
y a veces sin darme cuenta, me sorprendo susurrándote,
mi reina mora, el amor que no era, el amor que no fue.
Niña morena, nunca te quise, pero ahora te quiero tanto,
la melancolía se aferra a tu aroma de piel tostada, a tus ojos de gitana,
a tu pelo endemoniado, a tus labios ardientes como el infierno.
Mariposa de negras alas y ojos esmeralda,
hembra de mil y un pecados, ven y abrázame, que tengo ganas de ti.
Que no, que no te quiero, que nunca te amé,
pero el fervor por ti arranca la cordura,
como un dios rebelde y caprichoso, te anhelo, y te anhelo… y te anhelo.
Te recuerdo, con tú sonrisa gatuna, y ese gesto
y esos suspiros, suspiros al alma mía, que de fría ardía en deseos,
deseos, por una pasión como tú.
Álvaro R.

2
Ni una sola gota cayó del cielo, ni las ramas se inmutaron,
se mostraron secas, distantes,
incluso la brisa que me llegaba, era fría, helante.
Punzada de dolor, pellizco maldito,
y un triste paisaje. ¡Qué impotencia!
Ya las hojas no bailan al son del aire,
ya la sombra no refresca, ya ni el sol calienta,
paisaje mustio, deslucido.
No se oía el canto de los pájaros, ni los chapotazos de los niños en el lago,
tan sólo el sonido rasgado y trágico de las hojas muertas,
a cada paso.
Camino de amargura, gris por todos lados,
negro desengaño. ¡Qué impotencia!
Álvaro R.

1
Orilla sin sal, lamento perdido.
Día triste el que nos acompaña, y pesada su carga,
Hablemos, lucero, que todo pasa.
Llegará el viento a traer odas nuevas,
y éstas recibidas serán con eterna esperanza.
Mañana será otro día, un nuevo día.
Hoy susurra un lamento, mañana una promesa,
y pasado una ilusión.
Volveremos a empezar.
Álvaro R.

Azabache
Y te vi, la niña de los ojos oscuros,
La que me envenena con esa mirada azabache.
Se me encela el corazón. Me cautiva y me desata.
Te veo, niña linda, y sin poder seguirte con la mirada,
No me queda otra que despierto soñarte,
Sin tenerte, sin tocarte,
…Si pudiera yo tocarte…
Pero no tengo esa suerte.
Me canta el viento un secreto,
Que es mejor morir sin verte, dice,
Que vivir pa’ siempre y no tenerte.
Álvaro R.

Iridiscente
Una luz que nunca se apaga,
Siempre incandescente.
Testigo desde arriba de todas nuestras vidas,
Testigo de todo lo que en los mundos acontece,
Incluso de aquellos mundos que aún están por crear,
Porque allí nacen, de ahí vienen.
Y es ahí donde me dirijo,
La luz de mi castigo, la luz de mi destino.
Ahí donde he de ir a parar,
De donde todo es crear.
Y es ahí donde el padre llama al hijo,
Como espíritu guerrero, como nuevo creador.
Creador de mundos incoherentes, dispersos,
De mundos hermosos y viles.
Me dirijo a esa luz como nuevo hacedor,
Como iniciador de mundos destinados a odiarse,
Sin duda, algo desalentador.
Allá arriba, cual Ser Supremo,
Incandescente e invasiva, la luz vigilia,
Y nos da vida.
A la fábrica de mundos me dirijo,
En esta oscura y silenciosa soledad,
Navegando a rumbo fijo,
Sin posibilidades de escapar.
¡Alas inútiles las que se me ha dado!
Álvaro R.

brota, alegre ella sola, sin pena alguna, de viva gloria.
Una mañana dorada, de viento suave,
y un aroma, acompañan a esa alma que sola navega,
se baña, juega, y corretea entre conchitas brillantes.
Un alma libre, segura, pura, se encuentra en el mayor y más hermoso de los jardines,
todo un paraíso,
su paraíso.
Álvaro R.
Universum
Dimensión absoluta del tiempo, apariencia de elementos y potencia,
energía, intensidad y empuje, es lo que gobierna.
Esencia de mundos, naturaleza de creación y destrucción.
Años luz de supervivencia, de actividad y fuerza.
Sin destino aparente, sin final cierto. Una vez el sabio dijo:
La irracionalidad del misterio, viene propiciada por la ignorancia de aquél.
Muchos se negaron, y otros se enfrentaron,
y buscaron, y buscaron.
Allí donde el miedo es inmenso, donde lo desconocido es infinito,
donde no hay nada, y hay de todo.
Horizonte eterno, que todo el mundo anhela explorar.
Imperecedera es mi imaginación, que intenta pero no puede,
ser igual de vasta y colosal.
Conjunto inmortal de colores y luces, anhelo de cualquier alma inquieta.
Álvaro R.


Vuelven los caballos blancos del mar
Vuelven los caballos blancos del mar,
esos que con su trote y relinchar,
rompen el sonido de la noche
y me invitan a soñar.
De noche, cabalgan susurrando,
es la nana que me duerme,
y que aún sigue hasta mi despertar.
Vuelven los caballos blancos del mar,
protegidos bajo un manto de estrellas,
que en sus lomos se dejan reflejar.
Cabellos de plateado fulgor,
que de lejos asoman y se ven venir,
vibrantes, en lo más alto,
siempre majestuosos.
Desde el horizonte llegan,
de donde la vista no llega a alcanzar,
de ahí vienen, trayendo mi rezar.
…maravilla embriagadora,
delicia sin cesar…
Vuelven los caballos blancos del mar,
que hasta tus pies llegan a besar.
Álvaro R.

Es la hora, padre
Es la hora, padre, mañana habrá más.
Ahora duerme, que mañana, como hoy, te vengo a buscar.
Juntos tomaremos las galletas de mamá,
y al mediodía nos iremos juntos a pasear.
Por la tarde daremos de comer a las palomas, sentados en nuestro banco,
el de siempre, el de las tardes.
Allí me contarás tus historias, las que ya me sé,
y que no canso de oír.
Una vez más, padre, en mi compañía estarás.
Descansa, y sueña con los angelitos verdes,
ellos te cuidarán, y te guiarán.
Es la hora, padre, mañana habrá más.
Álvaro R.

Espero encontrarte al alba
Espero encontrarte al alba, algún día,
y que vengas acompañada de ángeles, portadores de luz.
Sueño alcanzar ese santuario, armonioso y rodeado de nubes, y de almas.
Almas, ¿cuántas habría?
Pero ahora, no puedo más que soñarte, sin convencerme, sin creerte.
Espero, algún día.
Álvaro R.

Recuerdos
Recuerdo, cuando el río me conducía,
cuando la luna brillante me reía,
recuerdo, cuando la lluvia acariciaba mi piel,
dejándome limpio, sanado. Así lo creía…
Recuerdo bien…
Recuerdo las historias de mi padre,
aquél que contento me decía: ¡hijo, ya puedes bañarte!
Recuerdo las caricias de mi madre, las que antaño me daba de corazón,
cuando el amor era sincero.
Recuerdo bien….
Recuerdo a mi hermana, la que siempre lucia bella, y sonriente,
aquella que siempre quería a mi lado, su presencia, lo era todo para mí.
Dulce niña de cabellos rizados, de ojos marrones,
como los míos.
Recuerdo bien…
Recuerdo los juegos de soldados, los juegos de piratas,
o vaqueros, a lomos de escobas de barrer.
Y recuerdo mi capa roja, la que me hacía volar.
Sueños de niño…
Recuerdo esas mañanas de verano, de sol radiante,
ese aroma a césped recién cortado, esos desayunos en la mesa del porche,
y el primer baño del día en la piscina.
No podía ser más feliz.
Recuerdo bien…
Álvaro R.

Salvación
Dicen que tras la muerte llega
Refugio y amparo que todos anhelan
Miran de cara al futuro y esperan tenerla
¿Por qué? Yo me pregunto
No se halla en la otra vida, no se halla más allá
No sino en esta vida
Álvaro R.


Tránsito
Ya no siento el eco de la muerte,
Siento, contemplo, y respiro.
Ya mi alma crece libre, viva y consciente
Percibo, susurro, y vivo.
Ya mis alas son fuertes
Álvaro R.
Para compartir con los demás:
¡¡Hermoso!! 🙂
12 enero, 2016 en 0:26
¡Gracias, lusalo!
12 enero, 2016 en 10:52
Leer poesía, inspira y divierte; releer tus versos ha hecho brotar los míos… Respecto a los tuyos, te escribo:
Alas que se desgarran entre iridiscentes destellos, intentando llegar a donde no hay más rumbo.
Despojos de sueños del viajero errante, que a tierra caen entre sus sollozos.
Entre cabellos plateados, ondeando al viento, cual corcel libre ante el universo.
Vas recorriendo tu paraíso, dejando profundas huellas en el camino.
Donde la espuma acaricia al viento, como amorosa nana que te resguarda.
Entre caballos blancos que tus pies besan, va tu alma inquieta, alzando el vuelo.
El todo y la nada, la luz y la sombra, el día y la noche, aguardando tu llegada.
¡Que tengas lindo resto de domingo, viajero de sueños, escritor prolijo, de diáfano espíritu!
Besos con polvo de estrellas, para iluminar aún más tu vida… 🙂 😉 Bye…
14 febrero, 2016 en 18:25
Tienes un don maravilloso para las palabras, Luz. Gracias por estos versos, pues además de ser hermosos, quedarán aquí por siempre. Un beso. Y buen inicio de semana 😉
14 febrero, 2016 en 20:58
¡Gracias, Álvaro! 😉 Son desde el co-razón… ¡Me alegra que te hayan gustado y los conserves por siempre en tus Poemas! 🙂
Acabo de leer otros tuyos que incluiste en la sección… ¡Son también muy hermosos y sentidos! Qué bueno que estés nutriendo más este bello apartado… Gracias por compartirlos, y continúa dejando brotar esa llama de la inspiración… 🙂
En estos días leía una frase que me gustó, que compartió un joven amigo mío en fb, que dice: «Léeme y sabrás amarme», de Charles Baudelaire… Viene al caso, y es totalmente cierta… En los escritos, especialmente en la poesía -pienso yo-, el escritor deja el corazón y el alma expuestos; los entrega. Abiertos de par en par, y tal vez hasta vulnerables, pues deja ver el Ser e ir captando su esencia… Por tanto, leer a alguien es una excelente forma de conocerle, y por ende, de saber cómo amarle; no se ama lo que no se conoce, dicen por ahí, entonces, lo que se conoce es susceptible de amar, y si se quiere, también de aprender cómo hacerlo… ¡Qué enriquecedor es leer, y escribir! 🙂
Bien, que el viento de la noche siga guiándote por los senderos del amor, y que tengas, igualmente, gran comienzo de semana…
¡Bye, un beso! 😉
15 febrero, 2016 en 17:19
Gracias, Luz. Todos estos poemas los he guardado durante mucho tiempo algo receloso en mis archivos personales. Pero he decidido sacarlos a relucir, creo que lo merecen. Me siento bien habiendo creado este nuevo espacio de Anhelarium. Gracias nuevamente por tus bellas palabras.
Un abrazo.
16 febrero, 2016 en 17:33
¡Y sí que lo merecen, Álvaro, son muy hermosos! Encuentro hoy tres nuevos… Tránsito; En ese sitio, en aquel lugar; y Salvación… Qué bellos también, y qué bueno que hayas decidido sacar todos esos versos a la luz y que cada vez alimentes más esta sección del alma y del co-razón, que tan profundo llega y brinda sosiego… ¿Recelo por qué? Los poemas son una de las expresiones más puras y sinceras del Ser; donde el alma se desnuda, siente, y fluye cadenciosamente a través de las palabras, que adoptan la forma de alas, caricias, música, brisa, lágrimas, y hasta borrascas, que así lo sean, llegan de forma grata a quien las lee…
Yo también, por temores, desconfianza o inseguridades, mantuve por mucho tiempo no sólo mis poemas, sino también mis relatos, guardados, y el año pasado, cuando dejé el miedo y abrí mi blog, al darlos a conocer a través de esa ventanita virtual, han empezado a brotar nuevos, con mayor libertad y naturalidad; ese mismo tenerlos ocultos había puesto una especie de venda o freno en mi alma, para esas formas de expresión e inspiración… Como tú, me alegro de haberlos revelado… Igual pienso hacer con mis canciones; poco a poco las seguiré compartiendo a los demás… Creo que ya ha llegado el momento…
Seguiré pasándome por aquí, a encontrar novedades de este poeta… Un abrazo de Luz, en todo su sentido, jejej… 😉
16 febrero, 2016 en 20:21
«A medida que naveguemos»… ¡Wao, qué belleza, poeta! Amor y sensibilidad a flor de piel… Me derretiría si me llegasen a escribir algo así, jeje, afortunada la de aquellos ojos negros… 🙂
17 febrero, 2016 en 4:35
«Sin destino aparente, sin final cierto. Una vez el sabio dijo:
La irracionalidad del misterio, viene propiciada por la ignorancia de aquél.
Muchos se negaron, y otros se enfrentaron, »
Álvaro, cómo dices en tu poema , enfréntate y dale vida, que ella te ha dejado entrar y son muy pocos los elegidos y son muchos los queridos, pero, se pueden permitir conocer » la música del silencio»? buenísima metáfora y tan acertada. 💋💋📃✏
18 febrero, 2016 en 6:19
Mucho Cádiz, mucho mar, mucha intensidad en lo afectivo…la búsqueda de inspiración en la belleza que observas. Un placer haber leído tus versos.
18 febrero, 2016 en 18:28
Hey… ¡Te quedó muy bonita la sección! 🙂 Un abrazo…
21 abril, 2016 en 4:01
Me inspiras , me llenas, cada linea me abraza, me sumerjo en cada verso y al darme cuenta me tienes viajando, simplemente hermoso
17 enero, 2019 en 18:30
Muchísimas gracias Andrea. Qué halago tus palabras. Un abrazo y encantado de conocerte. Nos seguimos leyendo!
17 enero, 2019 en 18:36