Las Minas de Tharsis
Sobre mi viaje a Huelva ya hablaré más adelante, porque este fue un viaje de lo más agradable, donde pudimos recorrer varios de los acogedores pueblos de la provincia onubense y sobre todo, compartir bellos momentos con unas personas realmente únicas y maravillosas. Pero en esta entrada me quiero centrar única y especialmente en uno de los lugares que más me ha impactado en estos últimos años y que he tenido el inmenso placer y la suerte de conocer de la mano de José Manuel, uno de sus antiguos trabajadores. Os hablo de Las Minas de Tharsis, un pequeño pueblo minero perteneciente a Alosno, de la provincia de Huelva, Andalucía (España).
No me esperaba en absoluto ver algo así. No imaginé en ningún momento poder contemplar un paraje tan colosal, tan impresionante e imponente como aterrador. Era una sensación muy extraña, porque al estar allí, podías sentir lo insólito de aquél lugar. Era como haber aterrizado en otro mundo. Unas minas abandonadas, un vasto territorio aparentemente olvidado, desolado. Unas minas que antaño fueron el sustento de todo un pueblo, un lugar que fue el fragor de una época casi remota.
Hasta 7000 mil trabajadores llegaron a tener esas minas. Entraban los trenes hasta San Telmo, Corrales y La Zarza, colindando con el mar de Huelva, cargaban los trenes y enviaban el material a diversos países. Como no había bombas de achique, entonces tenían las antiguas norias que ponían en un burro o un mulo para dar vueltas y sacar el agua de las minas que a la vez valían para hacer cobre. Echaban en unos recipientes el agua, un agua muy azul y entonces echaban chatarra y recogían con unos cazos grandes de cobre el material. Donde echaban todo ese agua se llamaba el canaleo. Aquellos hombres primero trabajaron en las contraminas (debajo de la tierra) o galerías, y después como eran muy costoso sacar los minerales a través de las vagonetas y de forma manual, pues ya lo hicieron a cielo abierto. Los camiones iban bajando de forma escalonada, iban bajando y bajando. Había pozos profundos, donde estaban los minerales, tenían que sacar de ahí el agua porque de lo contrario no podían bajar. Las bombas de achique a cielo abierto eran ya en aquellos días eléctricas.
Había unas minas a las que se les llamaba La Corta de Esperanza. El mineral siempre se sacaba mediante unos barrenos y mediante el uso de la pólvora, haciendo perforaciones, metiendo la pólvora y provocando una explosión que removía toda la tierra. Debido a esta erosión, el mineral estaba hecho polvo, y con las excavadoras sacaban el mineral. Esto no sucedía en Filón Norte y Filón Sur, donde el material era más duro. Aunque estas minas estaban más cercas las unas de las otras, a algunas no les cogió la erosión tan cerca. Algunas llegaban a tener más de 100m de profundidad.
Los pinos y los eucaliptos de los alrededores eran para activar las minas, no se podía sembrar otra clase de encimas u otros pinos. Los pinos y los eucaliptos los trajeron los ingleses para poder repoblar la zona por si necesitaban madera para las contraminas, etc. Cuando ellos llevaban el mineral al extranjero, en el mismo barco, traían víveres al economato, traían madera y todo tipo de materiales. Todo corría a cargo de los ingleses, incluido los profesores que daban clase en la escuela. Eran buenos tiempos, el pueblo prosperaba. Tanto que premiaban a los buenos alumnos con 15 pesetas en un sobre. Los jefes repartían en Reyes juguetes a las familias obreras. Incluso pusieron un cine, propiedad de los ingleses, donde proyectaban películas para todo el pueblo. Los ingleses formaban a la gente de la escuela y demás trabajadores. Los ingleses estuvieron hasta principios del 2000 cuando ya todo entró en declive.
En el pueblo hay casas y cuarteles, propiedad de los ingleses igualmente, los trabajadores no pagaban nada, ni luz ni agua. Si se rompía una sola teja, ellos corrían con los gastos de mantenimiento. Cuando se terminó la producción y las minas se cerraron, se hizo cargo la Junta de Andalucía. La Junta de Andalucía, al terminar la producción y cerrarse las minas, vendieron las casas y los cuarteles de los mineros por unos precios simbólicos. Cada vecino ahora tiene que correr con los gastos. Los primeros que trabajaron esas minas fueron los fenicios, posteriormente los tartesos, que fueron los que introdujeron la noria. Luego serían los belgas y por último los ingleses.
Había varios relevos de ocho horas y hasta se llegó a tener un hospital, uno incluso más grande que el de Huelva. Vino gente de todas partes de España y de Portugal a trabajar. Como no había casas y cuarteles para todo el mundo, se hicieron casas en los huertos. Casi todos llegaban a tener casas y cuarteles en sus huertos. Los mineros de Alosno solían venir andando haciendo 7 kilómetros, con el foco y la talega. Venían andando o en bicicleta. Hasta que en los años 70 pusieron autocares en cada relevo. Por lo general, cada minero ganaba unos 10 duros diarios. José Manuel estuvo trabajando mediante una subcontrata del 65 al 68. Posteriormente se fue a la mili. Y de la mili, en el año 69, se vino para Madrid en la construcción y en las pieles, durante 28 años.
En 1965 trabajaban con máquinas de vapor e iban con vagones de unos 5mil kilos. Cada dos vagones llevaba un guardafrenos. Llevaban unos tacos de madera que cuando llevaba sobrepeso pues salían ardiendo los campos al echar tanta llama. Eso provocaba incendios en los campos. Las máquinas de vapor llevaban un maquinista y un ayudante que era el que iba echando el carbón. A finales de los sesenta, introdujeron máquinas diésel, y ya llevaban los vagones 10 kilos, que se llamaban vagones gres. Llevaban mucho más peso y ya no necesitaban guardafrenos, porque frenaba a través de la máquina. Para entonces ya sólo iba un maquinista.
Trabajaron las Minas del oro, moviendo muchas toneladas de tierra para sacar oro, plata y otros derivados de ese mismo gremio. Lo llevaban en bruto para después sacar el cobre, la plata u otros minerales. A los muchos años de estar sacando, la tierra dejó de ser productiva porque había que mover muchas toneladas de tierra para sacar la poca producción que había. Todo era mucho más costoso y no había medios para hacerlo.
En los años de bonanza, Thársis, en cualquier fiesta de Andalucía, siempre era de las que más se nombraba. El pueblo tenía mucho protagonismo. La fiesta más grande de Thársis se llama La Velada, y era reconocida por toda Huelva.
Como bien dice la letra de uno de clásicos fandangos de Huelva:
Thársis quién te conoció, que en tu nombre rememora,
Si tu vivir hoy es triste, ya te llegará la hora, de vivir como viviste.
Esta no es más que una historia más de nuestra Historia. Desde aquí, agradecer a José Manuel por haberme guiado en esa visita a las minas, un momento que jamás olvidaré, y sobre todo por su agradable compañía en la que compartió conmigo importantes momentos de su vida.
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