Mi experiencia con Elden Ring

Fuente: Play Station Universe
Antes que nada, aquí no encontrarás un análisis detallado sobre este famoso videojuego. Ni, aunque quisiera, podría hacerlo, imposible abarcar todo Elden Ring en un solo artículo. Si has llegado hasta esta entrada de blog será porque conoces esta obra maestra de FromSoftware y sabrás lo basto que resulta este juego y todo lo que él entraña. Así que esto no es más que un humilde post donde comparto mi vivencia, sin más.
Mi experiencia con Elden Ring
Jamás había jugado a un juego soulslike. Sin tener mucha información sobre ellos, como amante de los videojuegos sabía que existían, de su enorme éxito y cómo no, de lo complicados que son. Pero durante todos estos años jamás me había adentrado en uno de ellos. Este pasado invierno, tras acabar las navidades, quise tirar un poco la casa por la ventana y adquirir un buen puñado de videojuegos a modo de merecido auto regalo. Me gasté más de lo que tenía previsto y acabé por comprarme una veintena de juegos, algunos para la Series X, otros para la Play Station 5 y, uno de esos videojuegos, fue Elden Ring, que lo adquirí para la consola de Microsoft. La curiosidad que jamás había sentido por un videojuego de este calibre y la necesidad de jugar a uno de ellos la acabé sintiendo tras visionar por redes sociales muchos de los videos que me aparecían constantemente de Elden Ring. Vídeos donde personajes pintorescos, ataviados con atuendos o llamativas armaduras y portando armas de lo más letales, hacían frente a jefes que te daban miedo con tan sólo verlos. Lo atrayente que me resultaba todo lo relacionado con el juego, el curioseo que poco a poco iba calando y creciendo en mí y, conociendo el gran éxito del mismo, hizo que me lo acabara comprando.
Estaba totalmente convencido de que quería hacerme con el juego, progresar, lograr disfrutarlo y por supuesto, pasármelo. El juego me resultaba adictivo y, con total sinceridad, me parecía de lo más hermoso.
Apagaba la consola frustrado
Poneos en mi piel. El contexto era el siguiente: soy un jugador que ya de por sí, a pesar de mis muchos años de experiencia con videoconsolas y videojuegos y mi pasión por ellos, lejos estoy de ser un pro player coreano, diría que sigo siendo un jugador algo torpe; jamás en mi vida había tenido delante de mis narices un juego soulslike ni nada que se le pareciera, es más, ni tan siquiera había jugado a ningún RPG, pues siempre he priorizado otros estilos a la hora de jugar a videojuegos; así que más virgen y novato no podía llegar a las Tierras Intermedias de Elden Ring. Cuando instalé el juego y comencé la partida, tenía que aprenderlo todo, empezar absolutamente desde cero y enterarme poco a poco de qué iba la movida. Todas aquellas personas que comenzaron a jugar a Elden Ring habiendo experimentado anteriormente juegos como los lanzados años atrás por la misma empresa, como Demons Soul’s o la trilogía de Dark Souls, con independencia de su destreza en este tipo de videojuegos, conocen cómo va la cosa y más o menos saben por dónde tirar. Yo no. Fue pasar mis primeros minutos en el Necrolimbo y reía por no llorar. Me llevaba las manos a la cabeza cada dos por tres. No sabía qué tenía que hacer ni para dónde tirar, sólo comprobaba una y otra vez que estaba en mitad de un mapa tremendamente hostil y aún por conocer y que, sin tener la más mínima idea de cómo progresar en el juego, venían malotes de todo tipo a acabar conmigo prácticamente en un par de golpes como mucho. ¿Qué había hecho? ¿Había tirado los cuarenta euros que me costó el juego a la basura? Cuando salía de la partida de Elden Ring apagaba mi X-Box Series X frustrado, con sensación de impotencia. Pero no sólo eso sentía, a pesar de su tremenda dificultad, Elden Ring me tenía hechizado, me agobiaba sentirme tan torpe y perdido, pero al mismo tiempo me encantaba lo que veía. ¿Era alguna suerte de masoquismo? Estaba totalmente convencido de que quería hacerme con el juego, progresar, lograr disfrutarlo y por supuesto, pasármelo. El juego me resultaba adictivo y, con total sinceridad, me parecía de lo más hermoso. Quería meter los hocicos en Elden Ring y ponerme a prueba. Era todo un reto.

Fuente: Neowin
YouTube como salvación
Si no llega a ser por la innumerable cantidad de chavales que hay por YouTube enseñado qué y cómo hay que hacer las cosas, ni Dios se pasaba este videojuego. Pongo un ejemplo de miles que se podría poner cuando uno aborda Elden Ring: para avanzar en el videojuego, hay que hacerse con un medallón (el medallón de Dectus) que está partido en dos mitades. Una mitad está escondida en un cofre en lo más alto de una fortaleza (bueno, esto con muchas horas de exploración podría hacerse) y la otra mitad está en un rincón escondido del inmenso mapa, un rincón oscuro y, por si fuera poco, dentro de una vasija que ni por asomo sabes que tienes que partir para conseguir esa otra mitad. ¿Cómo iba yo a saber eso cuando el juego no te da la más mínima pista? No te da apenas indicaciones ni caminos a seguir. Simplemente estás ante un mundo abierto, un vasto mapa, complejo, hostil, lleno de rincones inhóspitos, mazmorras, catacumbas, subterráneos y cientos de seres, animales y cosas raras que te matan en un abrir y cerrar de ojos. El extenso mapa me resultaba abrumador y por su hostilidad y el rebuscamiento que uno tiene que hacer para lograr cualquier arma, objeto, medallón o hechizo, me producía bastante agobio. Me sentía superado por el juego a cada momento.
Es por eso que no me quedaba más remedio que acudir a YouTube y no sólo buscar a través de infinidad de vídeos todo aquello que necesitaba encontrar, sino directamente aprender a jugar a este juego. Recordar que jamás había jugado a algo parecido. Canales como el de Powerbazinga o Bigraginbull fueron mi salvación. No me puedo olvidar de otros canales que me ayudaron muchísimo, como el de Acre o El Ray, pero fueron los dos primeros los que más me auxiliaron y me hicieron progresar en el juego. Sin ellos hubiera sido todo absolutamente imposible. Ni en cien años hubiera logrado pasarme este videojuego.
Totalmente enamorado de Elden Ring
A medida que avanzaba en el juego, más me iba enamorando de él. Tras haberme comprado, como os decía, una veintena de videojuegos, todos los dejé aparcados, algunos ni los desprecinté, porque me centré en exclusiva en esta maravilla de FromSoftware. Durante seis meses, sola y exclusivamente, jugaba y juagaba a Elden Ring. Jugar a este videojuego es peor que sacarse una FP, a uno sólo le faltaba tomar apuntes en un cuaderno. Por las tardes me preparaba mi buen café, o un buen vaso de refresco (lo que me apeteciera) y me colocaba el iPad al lado para seguir los pasos de los anteriormente mencionados youtubers cuando me atascaba y no sabía por dónde tirar y, ahí me quedaba, durante horas, totalmente cautivado por Elden Ring. Desde mediados de diciembre hasta mediados de junio, las Tierras Intermedias fueron mi refugio, el lugar donde conseguía abstraerme de todo. Jamás un videojuego me había tenido tantas horas sentado frente al televisor. Se me pasaban las horas volando. Creo que nunca un videojuego me había enganchado tanto. Elden Ring me ha resultado adictivo. Fue tal mi fascinación por Elden Ring que al conocer que se publicaron dos libros Los Libros del Saber Vol.1 y Vol.2, los busqué como loco para poder comprarlos. El segundo volumen lo encontré sin mucha dificultad y lo adquirí nuevo, pues salió a la venta al año de lanzarse el videojuego. Pero el primer volumen es una locura encontrarlo y si lo ves en alguna página a la venta, siempre es la edición francesa o alemana, nunca la española. No fue hasta que busqué en el mercado de segunda mano, en Vinted más concretamente, a un chico que vendía este primer libro por dos cientos cincuenta euros y a otro que lo vendía por trescientos. Sí, carísimo, una locura comprarlo. Pero ambos libros son excelentes, son una guía completa del videojuego y yo quería tener los dos. El segundo lo adquirí por cincuenta euros, pero ante la dificultad de encontrar el primero (como decía, sólo encontré a dos personas que lo vendían de segunda mano), pagué esa burrada. Doscientos cincuenta euros por el volumen uno (en perfectas condiciones). Pero para este solterón sin hijos semejante capricho es posible y con mucho gusto pagué semejante cantidad por él. Ahora he acabo de comprar por Amazon el Vol.3 que salió a la venta el pasado mes de octubre y que es la guía del DLC, pero a esto llegaré más adelante.
Tras haber visto algunos gameplays antes de comprarlo, me cercioré que para los más inexpertos jugadores, se recomendaba elegir a un mago para asaltar las Tierras Intermedias y combatir los cientos de enemigos que entrañan. Y así hice. Elegí ser un astrólogo (o sea, un mago), le puse de nombre Nazagrith, con barba, tez blanquecina y una frondosa y larga melena roja y, poco a poco, lo fui mejorando. Tras más de cien horas de juego, conseguí hacerme con un astrólogo de nivel 170 y bien cargado de talismanes, hechizos, sellos y bastones. Conseguí lo mejor de lo mejor. Me hice, como se suele decir en la jerga, con una buena build. Además de tener varios bastones aumentados de nivel, siempre iba con el mismo, el bastón de Piedra Refulgente Cariano en la mano derecha y la katana Velo Lunar en la izquierda. Subí muchísimo los atributos de vigor, inteligencia y mente, y quizás me faltó subir más la resistencia y destreza. Pero con los que tenía, me fue suficiente para lograr derrotar a todos esos diabólicos jefes que se te van poniendo por delante y tan crudo te lo hacen pasar. Pasé de comenzar el juego siendo un simple astrólogo con una espada y escudos la mar de cutres (una espada que era igual que llevar una de cartón) a ser un potente mago capaz de hacerle frente al más poderoso enemigo.

Fuente: wallpaper.mob.org
Leí poco antes de comenzar el juego que, Hidetaka Miyazaki, su creador, comentó que «el juego es lo difícil que el jugador quiera que sea». Cuando comencé a jugar a Elden Ring no me creía estas palabras. El juego me parecía endiablado, intrincado, imposible. Pero a medida que le echaba horas e iba mejorando (chetando, como se suele decir) mi personaje, esas palabras de Miyazaki cobraban sentido. Pasé de que me hiciera un daño letal hasta el más escuálido de los esbirros que hay repartidos por el mapa, a poder pelear casi en igualdad de condiciones con el más imponente enemigo.
Para mí era todo un gusto poder, tras elevar tanto el nivel de mi personaje, regresar a Necrolimbo y darle matarile con total sencillez a todos aquellos contrincantes que tan mal me lo hacían pasar al principio de mi aventura, como los murciélagos gigantes, los soldados de Godrick, perros guardianes, enemigos importantes como el Centinela agreste, Margit, los pájaros de la muerte de Caelid, y un largo etcétera. Era gratificante darles matarile tan rápido. Los jefes que peor me lo hicieron pasar: el Comandante O ‘Neil fue para mí el peor de todos, el que más me desesperó, sobre todo por los esbirros que llevaba a su lado, pues cuando los mataba, llegaba con poca vida y el comandante siempre me fulminaba. Un jefe muy duro y rápido. No sé cuántas veces me mató. Mohg, Señor de la sangre, otro malparido, de los peores del juego. Malenia y Maliketh, La hoja negra, también me las hicieron pasar canutas. Sin embargo, jefes muy difíciles como Radahn, Azote de las estrellas, si bien es cierto que me costó varios intentos, logré liquidarlo sin que me desesperara como los antes mencionados.
No se me puede olvidar decir que, si conseguí pasarme este juego, no sólo fue por la ayuda recibida por parte de los youtubers y por lo mucho que me cheté el personaje, también porque me hice con el mejor hechizo de todos, ese que te cambia la vida por completo y hace que tu estancia en las Tierras Intermedias no sea tan desesperante: el Cometa Azur. Utilizar con el bastón este hechizo es, para que os hagáis una idea, como hacer una onda vital («Kamehameha«) al más puro estilo Dragon Ball Z. Si bien es cierto que los guijarros de piedra refulgente o el lanzarrocas son los que más utilizaba, cuando se me ponía por delante algún enemigo demasiado perverso, era utilizar el Cometa Azur y asunto resuelto. También es verdad que semejante hechizo lo conseguí llegando a la parte final del juego y requiere de cierto nivel para poder utilizarlo. Imposible usarlo apenas lo comienzas.

Fuente: peakpx.com
Termino Elden Ring dos semanas antes de la salida de su expansión
Finalizo esta entrada de blog sincerándome muchísimo. La intención era compartir con todos mi experiencia y eso es lo que hago. Terminé de pasarme el juego aproximadamente unas dos semanas antes de que se publicara su expansión, Shadow Of The Erdtree. Pero en todo momento tuve muy claro que no lo jugaría. ¿Por qué, si tan enamorado estoy de Elden Ring? Y aquí os donde me sincero aún más con todos vosotros: porque me saturé. En la recta final del juego ya me sentía colapsado. Tras más de ciento cuarenta horas de juego, Elden Ring me recordaba a esa asignatura que te falta por aprobar para terminar de una maldita vez el curso. Ya no disfrutaba como al principio. Elden Ring ha sido mi primera experiencia, y durante la mayor parte del tiempo me ha tenido desbordado. Necesito oxigenarme, desconectar de este maravilloso juego y retomarlo más adelante. Además, os recuerdo que por culpa de la viciada que durante seis meses me pegué con Elden Ring, abandoné toda esa cantidad de juegos (muchos sin desprecintar) que compré tras las navidades. Por si fuera poco, a las pocas semanas de publicarse Shadow Of The Erdtree, todo el mundo en internet coincidía en que es mucho más difícil que el juego base. Que tanto los esbirros como los jefes son mucho más complicados. Y eso es justo lo que no necesito. Ahora siento la necesidad de alejarme de esta proeza de FromSoftware y disfrutar de esos juegos que compré, juegos más asequibles pero la mar de buenos como Resident Evil The Village, Farcray 6, Cyberpunk 2077, las dos remasterizaciones de The Last Of Us (ambos juegos ya me los pasé en su día en la PS3 y PS4), o ambas entregas de A Plague Tale. También tengo pendiente terminar Ghost Of Tsushima, Resident Evil Biohazard o God of War Ragnarök entre otros para la PS4, consola a la que aún le sigo dando caña.
Para terminar. Muchos amigos y gente con la que he compartido opinión en redes sociales, me recomiendan que juegue a la saga Dark Souls o que me atreva con el Bloodborne o al Sekiro. Probé este último, pues me lo regaló mi buen amigo Manu por mi último cumpleaños y es tan excesivamente complicado dominar ese dichoso parry que no he seguido con él. Tengo entendido que es el más complicado de todos los que ha hecho FromSoftware. Respecto a los Dark Souls diré que, a pesar de ser juegos excelentes, tras haber visto varios gameplays de la trilogía, ninguno logra encandilarme como lo hizo Elden Ring, sobre todo los dos primeros, pues Dark Souls III sí es cierto que es muy parecido a Elden Ring pero sin poseer tanta calidad gráfica y sobre todo por tener un mapa de mundo abierto. De este juego sí he visto vídeos que me gustan y muy probablemente a medio o largo plazo me meta con él, quizás me enganche como ha conseguido engancharme Elden Ring. Eso será en todo caso más adelante, pero ahora no, ahora de veras que necesito tomarme un tiempo. Lo bueno es que, cuando retome Elden Ring, ya no me pillará de nuevas, no seré ese niño en pañales que pasaba sus primeras horas deambulando por el Necrolimbo sin saber qué hacer. La próxima vez que aborde este juego será distinto y estoy completamente convencido, que lo disfrutaré mucho más.
Si nunca habéis jugado a Elden Ring, os lo recomiendo encarecidamente. Es de lo mejor que se ha hecho en el mundo de los videojuegos. Prepararte para morir una y otra vez y ponerte de los nervios, pero te aseguro que si te gusta, vas a disfrutar muchísimo.
Gracias por tanto, gracias por todo. Te quiero papá
Te has ido, pero ahora te siento más dentro de mí que nunca, papá. Siempre tan coqueto, con ese porte tan distinguido y elegante, así es como te recordaré. Como recuerdo este día como si fuera ayer, y ya han pasado seis años. Días previos a Semana Santa entramos en tu querida Prioral, donde se exhibían los pasos que tanto te gustaban. Entre este dolor insoportable de saber que nuestras rutinas diarias terminaron, me queda la satisfacción de haberte sabido agradecer siempre todo lo que has hecho por mí y que no he necesitado estas noches de cuidados en el hospital para que te sientas atendido y querido. Siempre has estado rodeado de tus hijos. Hiciste de nosotros todo tu mundo y de ahí este desconsuelo que me amarga, que me hace llorar de rabia a cada rato. Y lo peor es que sé que, con el tiempo, el dolor por no tenerte como hasta ahora se hará mayor. Es ley de vida, dicen, pero uno nunca está preparado para perder a un padre, y menos uno como tú, que has hecho de padre y madre al mismo tiempo. Son muchas las cosas que extrañaré de ti, como tu atenta mirada o la manera en que me echabas los brazos para que me acercara y te diera un beso, pero ahora, a cambio, estarás presente en todo lo que haga. Te quiero papá. Seguimos caminando juntos. Descansa en paz.
MANUEL ROJAS RAPOSO
2 de noviembre de 1935 – 3 de julio de 2021



































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