Este no es el primer intento en los mundos del podcasting de este que os escribe. Hace siete años, junto a un amigo, decidí crear uno, y una tarde de verano nos pusimos al lío. Sólo hice uno, y quedó simpático, lo titulé Ocean Boulevard y en él hablamos sobre cine, literatura, música y hasta videojuegos. Esa era la intención, que fuera un programa ameno y por supuesto muy friki. El fenómeno Podcast, y sobre todo Ivoox, que aún le quedaba mucho para dar el salto a los móviles como aplicación, acababa de echar a andar por esos días. Técnicamente el programa me quedó bastante bien, pero el contenido me parecía pobre, y a la semana de publicarlo lo borré. No es que sea de esos perfeccionistas que todo lo quieren niquelado, pero sí me gusta que luzca todo aquello que pretendo transmitir o presentar a los demás. Abandoné por completo la idea de seguir adelante con el podcast. Sobre todo porque la idea que tenía en mente quedaba bien si participaba más gente y no lo hacía todo yo solo. Durante estos últimos años, desechaba aún más la idea de rescatar esas ganas de crear un podcast ya que con el tiempo habían surgido (y no paran de surgir) programas bastante notables y de todo tipo de temática. Nada nuevo, y nada que igualara a lo ya presentado por muchos, podía hacer yo.
Pero la idea, o más bien el anhelo de hacer algo en formato audio para Anhelarium aún persistía. Y no piensen que ahora lo que os presento es algo interesante, y por supuesto nada nuevo. Pero es un pasito más en el intento y las ganas de querer seguir compartiendo con todo el mundo, y en otro formato, aquello que me ilusiona compartir.
Lo mismo sucede en formato vídeo. Por mucho que siga y admire la predisposición de muchos en hacerse youtubers y subir una infinidad de vídeos hablando ante la cámara, no todo el contenido compartido en YouTube tiene que ser así. Desde hace un tiempo acompaño mis crónicas de conciertos de varios vídeos subidos a mi canal. Y no es lo único que tengo en mente subir a YouTube. Estoy interesado en la edición de vídeos y planean por mi mente algunos proyectos, todos, por supuesto, muy humildes.
Pero no aspiro a tener miles de seguidores y visitas en ambas plataformas. Tan sólo dar salida en diferentes formatos a parte del contenido que presento a menudo en Anhelarium. En este, mi segundo intento en Ivoox, tan sólo he subido la narración de unos de mis poemas. Nada interesante, nada que merezca relevancia ni apenas atención. Pero a la creatividad, y mucho menos a las ilusiones de la gente, jamás hay que ponerle barreras. Ahí está, para quien lo quiera descubrir. Yo, como cada comentario y visita que llevo agradeciendo años, desde que abrí en 2009 este blog personal, seguiré agradeciendo todas y cada una de las atenciones que siempre reciba.
Anoche, a eso de las tres de la madrugada, estaba disfrutando de un rico helado mientras veía una serie. Era muy tarde sí, pero así soy yo en vacaciones, exprimiendo las horas que tiene el día todo lo que puedo. Pero a lo que iba. En ese momento, me salta un mensaje de felicitación de WordPress recordándome que mi blog cumplía siete años. Si ya de por sí me sentía como un rey con mi aire acondicionado, mi serie y mi helado de tarta de queso y fresa, en ese momento no podía sentirme mejor, pero sobre todo, orgulloso y satisfecho. No he pintado una obra de arte ni he descubierto la pólvora. No he hecho nada relevante para el mundo. Y muy probablemente jamás lo haga. Pero anoche me sentí orgulloso de ver como algo a lo que le puse tanta ilusión y corazón, siga ahí, siga aquí, acompañándome, y acompañándote a ti si así lo quieres. Hace siete años de aquel verano que me enamoré de la idea de escribir a la gente, de compartir con los demás. Muchas gracias a todos por hacer posible que pueda seguir haciéndolo. Gracias a todos y cada uno de los que se paran a leer algo de lo que aquí escribo.
Nos seguimos leyendo, amigos míos. Que sean por muchos años más. Buen y largo verano a todos.
A principios de verano publiqué una de las entradas que más expectación ha tenido en Anhelarium últimamente, titulada No son buenos días para los blogueros. En dicha entrada os comentaba la situación actual por la que atraviesan nuestros blogs y el notable cambio en cuanto a la forma de actuar de los usuarios con estos espacios. Así, seis años después de haber dado vida a Anhelarium, la cosa ha cambiado bastante. No voy a entrar de nuevo al tema porque todo lo que tenía que decir ya quedó plasmado en el artículo. Pero este verano este espacio cumple ya seis años y este que os escribe sigue estando tremendamente orgulloso y agradecido. Porque a pesar de que este blog, como tantos y tantos otros, luzcan a veces algo solitarios por la escasa participación por parte de sus lectores, yo al menos me sigo sintiendo agradecido por la gran cantidad de visitas que este humilde espacio recibe a diario. Sin ir más lejos, el artículo antes mencionado recibió en apenas tres días más de doscientas visitas y tan sólo cinco comentarios. Irónicamente, muchos blogueros me contestaron únicamente vía Facebook.
Seis años después, aquí estoy, hecho todo un romántico. Los blogueros como yo jamás abandonaremos esta aventura de escribir en nuestras bitácoras por mucho que las tendencias y el modo de compartir la información hayan cambiado. Somos unos nostálgicos.
Seis años después procuro mantener con la asiduidad que puedo el contenido de este blog, cuidando con esmero la apariencia para que, quien llegue hasta aquí, haga de su visita un instante placentero, atractivo y ameno.
Gracias por vuestra visita, esta es vuestra casa y aquí os estaré esperando.
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