El día que escuché a Tchaikovsky
¿Quién soy yo para hablar de Tchaikovsky? ¿Qué me avala a mí para hablar de este compositor? No tengo un profundo conocimiento de la música clásica y mucho menos de la etapa del Romanticismo. Yo sólo llevo años escribiendo sobre grupos de Rock y Heavy Metal, no tengo absolutamente nada que me acredite para escribir sobre Tchaikovsky, pues no toco ningún instrumento y sólo se me da medianamente bien la percusión. De hecho, me defiendo la mar de bien con la bateria. Afición que dejé de practicar hace bastantes años por no tener un sitio donde no molestar a nadie. Demasiado escandaloso. Además, ¿qué amante de la música clásica y en su sano juicio leería algo sobre Tchaikovsky de un profano como yo? Pero es cierto que en estos últimos años ando muy involucrado en la música clásica, pero no me he atrevido nunca a escribir sobre ella. Me veía demasiado torpe como para escribir sobre algo tan grande. Tampoco pretendo que esto parezca algo exagerado o victimista por mi parte. Es sólo que, no estoy nada avezado y sólo soy un entusiasta de esta música.
Entusiasta. Sí, eso es lo que soy. Soy un devoto de todo aquello que me embelesa, que admiro. Soy un amante de todo lo que amo de verdad. Y en este caso, escuchar a Tchaikovsky me aviva. Su música me atiza. Había escuchado a este compositor en el colegio, como todos supongo. Y a lo largo de mi vida, sólo muy puntualmente me dejaba arrastrar por la condición incomparable de esta música. Ha sido en estos últimos años cuando he sentido la necesidad de involucrarme más en esta música. Me apetecía constantemente que mis sentidos se ajumaran con el noble y delicado arte de compositores como Wagner o Chopin. Sí, el Romanticismo es lo que más seduce.
El día que escuché a Tchaikovsky no recuerdo cual fue. Ni siquiera sé si hace mucho de eso. Sólo recuerdo que pasé un largo rato escuchado la música que este genio compuso y cómo me sentí. De sentimientos o percepciones es quizás de lo único que puedo hablar en este post o de lo único que puedo hablar cuando anhelo escribir sobre estos autores. Quizás dar detalles de su música me de vértigo. La primera vez que escuché a Tchaikovsky fue la primera vez que lo escuché con total atención y su música redobló por mi interior. Podrás haber escuchado en contadas ocasiones música clásica, pero cuando uno de sus compositores logra calar en lo más profundo de ti, como si con su música removiera todos los cables y cachivaches que te forman, esa es la primera vez que escuchas a ese autor. Es lo que me pasó a mí con este compositor ruso. El lago de los cisnes rebosa de una calidez, armonía, y se trasforma en una belleza vehemente, exaltada. Su in crescendo es impetuoso y con sus melodías te permite viajar a cualquier lugar soñado. El cascanueces y los actos que la componen conforma el decorado esencial para encontrar a tu musa y verla bailar. Con El Vals de las Flores sentía que me preparaba para una gran sorpresa con sus melodías donde con ellas todo puede pasar. Pero si me tengo que quedar con una pieza, esa es. La serenata para cuerdas. Al atender semejante composición, mis ojos no tardaron en humedecerse. Eso sí que lo recuerdo bien, muy bien.
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