
Créditos: Aube (Alba)
Créditos: Aube (Alba)
Debido al trajín que he tenido durante todo el mes de julio no he podido escribir antes esta entrada, que como ya viene siendo costumbre, escribo cada vez que Lia cumple años. Pues sí, seis años tiene ya mi gatita, y me sigue pareciendo que fuera ayer cuando la adopté en aquel verano de 2013. Hoy voy a contar algo que creo nunca he escrito en anteriores entradas. Lia, tiene un pequeño problema, y es que no se fía de las manos ajenas, o dicho de otro modo, de las manos que no son las mías. Cuando tengo invitados en casa nunca se aparta, no se aísla, siempre se muestra en todo momento juguetona y cercana, pero ese lado mimoso le desaparece cuando manos que no conoce intentan cogerla, abrazarla y darle arrumacos. Cuando alguien intenta hacerle caricias, ella, súper desconfiada, se aparta, da algún manotazo (que nunca arañazo) y se escabulle. Eso sí, luego regresa para seguir jugando. Con el tiempo comprobé que eso poco a poco se le va pasando cuando más va conociendo a la persona. Cada gato es un mundo, habrá gatos a los que les pase lo mismo como también otros que son auténticos peluches, que se dejan acariciar y achuchar tanto por unos como con otros, indistintamente. Lia no. Cuando la que fue mi última novia ya llevaba un tiempo entrando en casa, ya Lia comenzó a tolerarla más, consentía entonces que la chica rubia la acariciara, aunque no tanto, había veces que de veras se mostraba bastante arisca y se las piraba, jamás con nadie muestra la complicidad y paciencia que conmigo. Yo puedo hacerle cualquier cosa, besarla hasta hartarme, abrazarla hasta que me entre ya calor de tanto tenerla pegada a mí, espachurrarla, conmigo se deja hacer de todo. Eh, que yo a ella también le consiento, le consiento de todo menos que arañe el sofá, que para eso tiene su buen rascador. Qué granuja…Ella me tiene a su disposición en todo momento, y lo sabe, vaya si lo sabe. Está acostumbradísima a que le consienta y le sacie de mimos. Por eso nunca se separa de mí, creo que es la gata más pegajosa del mundo mundial. No hay momento ni rincón de la casa en la que no esté a mi lado. Oye, que yo encantado. Para eso adopté una gatita hace seis años. Me comentó hace poco una amiga que tiene dos gatas lo siguiente: primero adoptó una, y al ver que por mucho que pasaba el tiempo la gata no podía ser más arisca y despegada, decidió adoptar otra. Con la mala suerte que resultó ser igual, otra gata que no se deja abrazar ni dar mimos. Yo le contesté entre risas que es una verdadera putada tener y cuidar a dos gatas y que ninguna te haga caso. Le pregunté si las adoptó desde bien pequeñas a lo que me contestó que sí. Algo raro decía yo, porque si acoges a un animal desde pequeño y le das mucha atención y cariño, ese animal por lo general lo vas a tener siempre ahí, devolviéndote lo mismo. Pero que va, cada animal es como es. Yo le he recomendado que si decide probar con un tercer gato, que sea macho, al ser ella una mujer, quizás el gato sea más cariñoso y dependiente. No es algo que deba de ser así, pero suele suceder. Yo he tenido perros y perras, y estas últimas conmigo eran puro amor, mucho más. Y regresando a Lia, el día que me falte, que espero sea dentro de mucho, me da que no voy a adoptar a otro felino, y de hacerlo, por supuesto tendría que ser hembra, como si adopto el día de mañana a un perro, también, tiene que ser perra. A mí es que las hembras, humanas o no, despiertan lo mejor de mí. Aún siendo hembra, me da que será difícil volver a tener una gatita tan lista y cariñosa como lo es Lia conmigo. Me ha hecho disfrutar de otro año donde quien más ternura y compañía me ha brindado, ha sido ella, mi gatita Lia.
Mis amigos me han dejado la casa sorda. Han estado poco más de cuatro días, pero me la llenaron de vida. Lo he pasado estupendamente estos días. Me he reído como sólo con ellos me río. La complicidad que tenemos los cuatro es inmejorable. Llevo ya muchos años disfrutando de ellos, de Los Románticos. Me siento feliz por comprobar que son de esas amistades que duran toda una vida, de esos amigos que siempre están, para lo que sea y que nunca desaparecen. El año pasado los cuatro lo pasamos muy bien, pero este año coincidimos todos en que ha sido mejor, hemos hecho más cosas, hemos ido a más lugares, compartimos la sensación de que este verano hemos aprovechado aún más y mejor todo el tiempo que pasamos juntos. Una pena que no vengan más veces al año y tenga que esperar hasta el verano que viene para que regresen. Los quiero muchísimo. De Madrid me quedé con lo mejor.
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