Iron Maiden + The Raven Age en Sevilla
Hace ya seis años de aquél magnífico concierto de AC/DC en el Estadio de la Cartuja, en Sevilla, y este pasado jueves regresaba para disfrutar en esta ocasión de uno de mis grupos fetiche, uno de los grupos que, con su música, más ha marcado mi vida, Iron Maiden. Ya tenía mi entrada comprada desde el mes de mayo y uno de los planes para este verano al que más ganas le tenía era que llegara el día del concierto. Me sentía muy entusiasmado con este concierto, anhelaba desde hacía años poder vivir un concierto del que es, uno de los mejores grupos de la historia de la música y quizás, el más importante y laureado dentro del Heavy Metal. Y eso de, uno de los mejores grupos de la historia de la música, que no suene a exageración, por favor, porque con esa frase hasta pienso que me quedo corto. Iron Maiden, por su extensa carrera musical, iniciada en 1975 y por todo lo que ha aportado al mundo de la música, y teniendo en cuenta de que estamos ante un grupo de sexagenarios que como músicos y artistas muestran más energía y carácter que muchos de sus colegas, casi de igual manera que cuando empezaron siendo unos mozalbetes, no podemos decir otra cosa que Iron Maiden, es de esas bandas legendarias, toda una institución para todo melómano que se tercie.
La Doncella de Hierro ha tenido el detalle de brindarnos con su presencia este verano para presentarnos la gira de The Book Of Souls, su decimosexto disco de estudio. Y lo ha hecho hasta en cuatro ocasiones. El concierto de Sevilla fue su tercer asalto. Antes, la Doncella se dejó ver por Galicia y Madrid, y tras Sevilla, le tocará el turno a Barcelona. Al llegar al Estadio de La Cartuja, en la calurosa, bella y antigua Híspalis, y quedando aún varias horas para el concierto, ya uno podía disfrutar de un ambiente extraordinario. El mítico estadio sevillano se disponía nuevamente a albergar a miles de almas venidas de todas partes para otra noche memorable del mejor Heavy Metal. Me era imposible no fijarme en la cantidad de niños que había acompañados de sus padres. Me encanta ver un ambiente tan fan familiar en un concierto de Rock duro, y la Cartuja estaba llena de niños y adolescentes llevando con orgullo sus camisetas de Iron Maiden y luciendo ese rostro de expectación, ese que uno tiene cuando sabe que va a presenciar algo grande, que le va a dejar un recuerdo inolvidable, porque no sólo es ir a ver una buena banda de Heavy Metal, es ver a Iron Maiden, y para muchos de esos niños, muy seguramente, fuera además su primer gran concierto.
Cuando al estadio aún le quedaba bastante para que se terminara de llenar, comenzaron The Raven Age. Decir que me sorprendieron es nada. Cierto es que no los conocía y no tenía la más mínima ilusión por verles. Quizás por eso, por no esperar nada de nada de ellos, mi sorpresa fue aún mayor. Lo hicieron de maravilla y si por mí fuera, me hubiera encantado que tocaran más tiempo. The Raven Age, banda liderada por George Harris, hijo del legendario bajista de Iron Maiden, Steve Harris, presenta un Metal melódico enérgico, eficiente, con canciones muy buenas y que con su directo, dejaron embobados y tremendamente satisfechos a los allí presentes que se entregaron totalmente al show que ofreció la joven banda inglesa. El público, que ya abarrotaba el estadio cuando The Raven Age estaba por finalizar su actuación, se vio totalmente entregada a esta reciente formación que espero y deseo den mucha guerra en los años venideros. Desde luego yo les seguiré la pista, porque bien lo merecen.
Estaba previsto que Iron Maiden comenzara su show a las 22:00 horas y así fue. Las luces se apagaron y entre el sonido del gentío comenzó a sonar el tema Doctor, Doctor de la también británica banda U.F.O. con el que Iron Maiden hace indicar a los asistentes que su show, está a punto de comenzar. De esa forma, y ante la incondicional entrega de las miles de personas que abarrotaban el estadio sevillano, Bruce Dickinson salió a escena, cual hechicero, para presentar el primer tema de la noche, If Eternity Should Fail. Personalmente, me sorprendió que abrieran con esta canción, pero os aseguro que la idea no pudo ser más acertada. Una impecable manera de abrir el concierto y presentar el disco al mismo tiempo. Con Bruce Dickinson ante esa suerte de caldera de los conjuros, entonando las primeras estrofas de la canción, y creando un atmósfera casi mágica, dio paso al resto del grupo para comenzar así una excitante noche de glorioso Heavy Metal. Y digo que el inicio no podía haber sido más acertado no sólo por el tema con el que abrieron sino por el que le siguió. Le tocó el turno a Speed Of Light y la gente la celebró de lo lindo. Soy muy sincero y os digo que el último disco me dejó bastante frío, salvo por un par de temas y entre ellos está Speed Of Light que, sin haber llegado a ser el single al que durante tantos años Iron Maiden nos tiene acostumbrados, cumple bastante bien y más en directo. Children of the Damned fue una de las sorpresas de la noche. Fue el primero de los pocos temas clásicos que tocaron en la noche sevillana y la gente no podía estar más exaltada. Normal, delante teníamos todos a una banda totalmente entregada, como si los más de treinta años a sus espaldas fueran una mera anécdota. ¡Impresionantes estos Iron Maiden!
Le tocarían el turno a dos canciones más del nuevo trabajo, Tears of a Clown y The Red and The Black. El primero de ellos, un tema compuesto por Adrian Smith y Steve Harris, es de esos que me costaron un poco de digerir cuando escuché el disco por primera vez y tras las siguientes escuchas fue convenciéndome cada vez más. Y ya en directo ni os cuento. Un tema que a la banda le sirvió para tomar un poco de aire para el portento que vendría después. The Red and The Black es de los platos fuertes de este nuevo álbum, un tema de casi catorce minutos de duración, muy progresivo pero repleto de las melodías made in Maiden. En directo quedó espectacular, y fue aquí donde la banda más interactuó con el publico allí presente ya que los coros de esta canción invitan a ello. Con este tema el ambiente estaba enardecido y listo para el manjar que estaba a punto de sonar. Como ya es costumbre en Iron Maiden, suelen presentar por cada canción un telón de fondo distinto, acorde con el tema a tocar. Cuando apareció el telón de Eddie como soldado, con esa bandera y su característica casaca roja, la gente enloquecía aun cuando los acordes de The Trooper no habían comenzado a sonar. ¿Qué decir de esta canción y cómo nos lo pasamos con ella? Todo un estandarte del Heavy Metal y un imprescindible en los sets de la Doncella. Y cómo no, un Bruce enardecido, correteando de lado a lado del escenario interpretando uno de los temas insignia de esta banda. Tras tan álgido momento, le tocaría el turno a Powerslave, otro de los clásicos de Iron Maiden, un trallazo que ya sonaba por el mundo entero cuando aún quedaban dos años para que este servidor naciera. Con este tema sería un pecado no resaltar el excelente duo que hacen Adrian Smith y Dave Murray. Sus guitarras hacen de esta canción la perfección.
Cual niño caprichoso y fan incondicional de Iron Maiden y sus discos más clásicos (porque, con el debido respeto, desde A Matter Of Life And Death los discos que Maiden presenta no me terminan de embrujar), chasqueé la lengua al ver que tras The Trooper y Powerslave no seguían con más canciones clásicas. Mi corazón pedía que sonara de repente un 2 Minutes To Midnight o un Heaven Can Wait, pero los temas siguientes fueron Death or Glory y la canción que le da título al último proyecto presentado por la Doncella, The Book Of Souls. Con el primero, Bruce hizo de las suyas, sacó su lado más cómico y disfrazado de mono nos hizo bailar a todos, fue el momento más simpático de la noche sin duda. Con el segundo, hizo aparición Eddie, peleándose con todos los integrantes de la banda, sobre todo con Janick y Bruce, el cual le terminó arrancando el corazón. Algo un tanto explícito, sobre todo cuando el tito Bruce lo partió y comenzó a rociar de sangre al público. Se lo podría haber ahorrado el amigo. Ohgg…
Pero para mi contento y mayor felicidad, los temas que siguieron en adelante fueron sentando como agua de mayo. A partir de aquí el show llegaba a su punto más álgido haciendo que Sevilla fuera un autentico hervidero. Seis temas clásicos para cerrar una noche de autentico deleite para los acérrimos de una música que logra transmitir lo que ninguna. El primero fue Hallowed Be Thy Name, que desde los acordes de Murray, ya nos tenía a todos a flor de piel. Una verdadera maravilla vivir este tema en directo. Técnicamente, fue el mejor tema de la noche. Nicko minucioso y contundente a los parches, Harris dándole al bajo con energía, Dickinson cual maestro de ceremonias y con una voz impecable, haciendo vibrar a todo el estadio con su famoso Scream for me…Sevilla!, Murray y Smith ofreciendo una clase magistral de cómo tocar una guitarra y Janick, a sus cosas. Nada más acabar comenzaba uno de mis temas favoritos de Iron Maiden, Fear Of The Dark. La noche desde luego no hubiese sido la misma si no hubiesen tocado esta canción. Es LA CANCIÓN de Maiden para mí y para muchos. Y para muchos fue, precisamente con esta canción, el momento de la noche. Su melodía, su estribillo. Un emblema de la música Rock. Y llegando al final del show, sonó Iron Maiden antes de llegar a los bises. No había nadie que no lo estuviera dando todo. Imposible permanecer impasible cuando suena este tema en un concierto de estos británicos.
Tres fueron los temas para cerrar el concierto. El primero de ellos, The Number OF The Beast. La gente enloquece y aparece en el escenario el mismísimo diablo, de brazos cruzados, y con cara desafiante. Pero ni el mismísimo diablo en persona podría intimidar a las miles de personas embriagadas por esta canción. Para mí, otro de los grandes momentos de la noche fue con la penúltima canción, Blood Brothers perteneciente a mi disco favorito de Iron Maiden junto al Somewhere In Time. El disco reunión de la banda, lanzado en 2001, es tremendamente importante para mí, no sólo por ser un discazo, una verdadera joya en la discografía de Maiden que escenificó el regreso de la banda de Heavy Metal más importante de todos los tiempos, sino que simboliza para mí una época imborrable. Y con este tema volví a tener quince años, la mitad de los que tengo ahora, la mitad de mi vida. El Álvaro de aquellos días vibraba junto a mí al son de este grandioso y espléndido tema. Fue toda una experiencia, mi momento de la noche. Y para poner el broche final a un concierto que a nadie podría defraudar, ya fuera por los temas que sonaron o por la entrega constante de la banda, los británicos nos regaron el alma con otro de los temas más celebrados por los fans, Wasted Years. El estribillo de este tema azuzó a todos los que excitados, vivíamos un concierto de Iron Maiden.
Aquí os dejo con el inicio del concierto. Es lo poco que grabé, y apenas hice fotos. Y es que estaba totalmente embelesado con el concierto.
UP THE IRONS!
Magnífico fin de semana en Sevilla, con motivo del concierto de AC/DC
Paseando por las hermosas calles de Sevilla, quedé asombrado por lo que se podía apreciar en el ambiente. Gente de todo tipo, de todas las edades, con sus grupos de amigos, sus parejas, y lo que más atrajo mi atención, familias enteras, padres y madres, con sus hijos cogidos de la mano, todos con camisetas de AC/DC, compartían con alegría una misma ilusión, disfrutar de un bonito fin de semana, viendo a una de las bandas más importantes de todos los tiempos. Era de esperar, el concierto de AC/DC, no pasaría desapercibido en la capital hispalense.
Desde hacía tiempo, ansiaba la llegada de este fin de semana, el cual, marcaría en mi vida, un antes y un después. Este fin de semana no sólo ha supuesto para mí alegría y diversión, sino que ha cerrado eternamente una cansada etapa en mi vida, y ha abierto una nueva, que trae consigo cambios inminentes tanto en mi vida personal como en la profesional. Una nueva etapa en la que me encamino muy feliz, orgulloso de mí mismo y satisfecho.
Tras pasar un día espléndido, en el que disfrutamos de un exquisito almuerzo en un buen restaurante, y nos deleitamos saboreando unos deliciosos helados ya entrada la tarde, nos preparamos para poner rumbo al que sería uno de los conciertos más multitudinarios a los que he podido asistir en estos últimos años.
Más de 60 mil almas abarrotaron el Estadio Olímpico de La Cartuja. Y es que era de esperar. Al llegar a los alrededores del estadio, podías observar a docenas de autobuses allegados de todas partes, a miles y miles de personas congregadas allí, comiendo, bebiendo, riendo, en definitiva, preparándose para pasar una noche inolvidable. Una vez dentro, nos situamos en mitad de la pista, cerca de la pasarela que erigieron para que los músicos pudieran acercarse a un mayor número de gente.
A medida que los teloneros, Los Perros del Boogie, finalizaban una actuación más que notable, el estadio cada vez se llenaba más y más de gente. A día de hoy sigo mirando los videos que grabamos y de nuevo, me asombro. La pista era una marea de gente y las gradas, eran como gigantescas olas que cubrían el estadio y que acarreaban a una multitud apasionada. Era algo realmente asombroso.
A la hora prevista, y con el estadio a rebosar, los australianos AC/DC, salieron a escena.
Tras un video quemolabaquetecagas y sonando los primeros acordes de Rock ‘N’ Roll Train la gente cayó presa de la locura. Allí, a oscuras, y entre miles de personas, todos saltaban, gritaban, cantaban, se abrazaban, se besaban, otros tiraban sus cervezas al aire, y es que parecía nuestro último día en la tierra, ¡y qué si lo hubiese sido!, no habría mejor manera de despedirse de este mundo.
Tras la primera canción, les siguieron portentos como Hell Ain’t a Bad Place to Be, Back in Black, Big Jack, Dirty Deeds Done Dirt Cheap, Shot Down in Flames…¡extasis total! Era tal la alegría que podías sentir, cómo se metía en cada poro de tu piel.
Angus Young, que con cincuenta y cinco años, no para ni un momento de ir de un lado a otro, nos deleita con unos culminantes solos de guitarra que en ningún momento se hicieron cansinos, no como en otros conciertos, que te entran ganas de subir al escenario y decirle al colega, hey, deja de aburrir, llama a tus compañeros y seguid tocando el resto de los temas!! ¿Y qué decir de Brian Johnson? ¡Todo un show-man!
Mención especial a todas esas preciosas chicas que las cámaras captaron y que aparecieron en las patallas del escenario , donde se podía ver cómo se levantaban la camisa y enseñaban su encantos. Entre el concierto y esto, ¿se puede pedir más? ¡Creo que no!
Un espectáculo como Dios manda. Un escenario admirable, una puesta en escena espectacular, pirotecnia, fuegos, una gorda y gigantesca muñeca hinchable que baila al ritmo de los temas, y unos genios de la música, hicieron que me quedase embobado en más de una ocasión.
Un concierto apoteósico, frenético, delirante, enardecido, triunfante, jubiloso, algo que jamás olvidarán las personas que allí dentro, olvidaban sus problemas, despejaban sus mentes, desnudaban sus almas y saboreaban la vida de esa forma en la que tendríamos que hacerlo siempre. Sorprendía observar la felicidad de tantísima gente, gente que vive en una sociedad cargada de violencia, odios y desprecios y que allí, eran capaces de abrazar y besar a desconocidos, como aquella chica que me pidió que la subiera a hombros para luego agradecérmelo con un beso.
Llegó el momento que todos esperaban, con Highway to Hell y For those About to Rock (We Salute You) el delirio se apodero de todo aquel que allí se encontraba. ¡Y no es para menos! ¡No es ninguna exageración! Porque poder estar abrazado a los tuyos, cantando a viva voz el mítico Highway to Hell, no tiene precio.
Con el inicio de For those About to Rock todos sabíamos que el concierto llegaría a su fin. Así que todos sacamos nuestras fuerzas y unidos, despedimos el concierto como es debido, ¡a lo grande! ¡Elevándonos todo lo que podíamos! ¡Deleitándonos como nunca!
Si impactante fue la entrada al estadio, más aún fue ver la salida. ¡Eso era un océano de gente!
Para mí, era todo un honor y toda una satisfacción, ver a hombres y mujeres, de edad bastante avanzada, rondando los cincuenta e incluso superando los sesenta, entusiasmados y entregados como cualquier veinteañero del lugar.
Por eso, no, no quiero dejarlo, después de lo vivido la noche del sábado en Sevilla, jamás abandonaré esta pasión por la música y mucho menos, este frenesí por los buenos conciertos.
Desde aquí, quiero agradecerle a Sandra su insuperable compañía y el haberme hecho pasar uno de los mejores fines de semana de toda mi vida.
Tras el concierto, pasé una noche inolvidable. Esa divertida charla frente al río, en La Torre del Oro, ese paseo a las cinco de la mañana por La Catedral, no se me olvidará jamás.
Al día siguiente, pase un día precioso. Un domingo como pocos, con ese almuerzo en la Calle Betis donde degustamos el mejor pescaito frito, esos muffin de chocolate y fresa y esos mojitos en el famoso chiringuito del Puente de Triana.
¡Un beso muy fuerte preciosa! ¡Gracias por todo!
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