Breaking Bad – El extraño caso del Dr. White y Mr. Heisenberg
Ya lo he dicho en más de una ocasión, y es que, queridos amigos, el verdadero cine se encuentra en las series de televisión. Al menos es así desde hace ya varios años. Sólo hay que echar la vista atrás y recordar series como Los Soprano, A Dos Metros Bajo Tierra, The Shield, 24, etc. Entre tanta serie de notable mediocridad y de las cuales abundan en su mayoría, nos encontramos con auténticas obras maestras, con un arte exquisito que se nos muestra a modo de ficción y por entregas. Cuando comencé a aficionarme a ver series de televisión, pronto me convertí en un serieadicto, por poco que me llamara la atención una serie, la acababa viendo entera. Pero con el tiempo, tras visionar series de tal calibre como las anteriormente mencionadas u otras como Galáctica, Dexter, Perdidos, Prison Break, por nombrar las más notorias, es lógico y habitual que el telespectador medio vea cómo sus gustos por las series se refinen y ya no se conforme con tan poco.
Pasé entonces a seguir por completo sólo esas series que lograban engancharme tanto o más como las que había visto con anterioridad. Las cribaba a todas y me quedaba sólo con un par de ellas o a lo sumo tres. Y las que me entretenían solamente, pasé a verlas sólo de vez en cuando y sin la intención de seguirlas concienzudamente. Por supuesto, a esto hay que sumarle que con los años, cada vez parece uno tener menos tiempo para estas cosas. Así que el poco tiempo que hay para ver series hay que dedicarlo precisamente a esas buenas series que tanto merezca la pena ver.
Así fue como llegué este pasado verano a decantarme por Breaking Bad. Sabía por boca de todos que era una gran serie, y de hecho la serie llamó mi atención mucho antes, pero entre la falta de tiempo y que por entonces estaba visionando algunas a las que les había dado preferencia, no fue hasta este verano cuando me metí de lleno en la vida de Walter White. Sabía que me encantaría, sabía que toda esa amalgama de excelentísimas críticas que la serie ha cosechado temporada a temporada no sería una exageración por parte de la fandom. Y por eso decidí que Breaking Bad sería la serie idónea para este verano, quería disfrutarla a mis anchas y dedicarle el tiempo que fuera (y mereciera).
¡Y qué destino el mío! ¡Qué potra he tenido! Porque, amigos míos, he podido disfrutar, capítulo a capítulo, sin parón ninguno, de la mejor serie del mundo. Capítulo a capítulo, temporada tras temporada. Me siento afortunado de poder haber visto una serie así de esta manera, toda seguida, como ya hiciera con otras grandes series años atrás. Hay gustos para todos, y cada uno lo disfruta a su manera, pero sé que mucha gente tuvo que esperar tediosamente durante algo más de un año para ver que ocurría tras el final de la tercera temporada. Así que, permitidme que me regocije y me sienta orgulloso de haberla visto toda de golpe. Me sentía afortunado por terminar de ver uno de los tantos buenos e impactantes episodios, y sin dificultad e inconveniente alguno, poder disfrutar del siguiente y del siguiente hasta, así, terminar de verla.
De esta forma pude apreciar aún más la tremenda transformación de la serie y sus personajes, sobre todo de Walter y Jesse. Viendo la serie como la vi, pude distinguir y tener en cuenta la evolución de la misma, evaluar meticulosamente el desarrollo de la trama, el progreso y el cambio en los protagonistas, y aún más, pude estar atento al evidente despliegue de giros argumentales que la serie tiene.
Su primera temporada no es ni de lejos tan espectacular como las siguientes, y me vais a permitir que incluso diga que la serie parece otra. En la primera temporada, que consta de tan sólo siete episodios, vemos a dos mojigatos que se meten en el mundo de las drogas, una nueva tragicomedia al estilo Weeds. Walter White (Bryan Cranston) es un profesor de química en un instituto de Albuquerque, Nuevo México al que le diagnostican cáncer terminal de pulmón y que, con el miedo de morir tempranamente, decide meterse en el mundo del narcotráfico para así poder pagarse el tratamiento y permitir que su familia nunca pase apuros tras su muerte. Para ello cuenta con la ayuda de su ex alumno Jesse Pinkman (Aaron Paul) un joven muchacho, mal estudiante y adicto a las drogas y a las juergas, con apariencias de no tener ningún talento innato, sin expectativas de futuro. Para colmo, el cuñado Walter, Hank (Dean Norris), trabaja para la DEA (Drug Enforcement Administration).
Pero nada más lejos de la realidad, pues en la segunda temporada, ya no vemos a dos inexpertos intentando cocinar metanfetamina y jugando a ser narcos, la serie da un giro de tuerca y comienza a generar una atmosfera mucho más seria y malhumorada. Y como dijo el propio Walt en el episodio titulado «Say My Name», Walter se refiere a sí mismo y Pinkman como «los dos mejores cocineros de metanfetamina en los Estados Unidos«. La serie comienza a ser un drama en toda regla. Es aquí donde la serie toma cuerpo y sorprende a cada episodio, dejando al espectador totalmente metido en la historia, y es precisamente gracias a esos episodios tan llenos de tensión y apuros, con esas escenas nunca vistas en una serie de televisión, donde Breaking Bad se gana un multitudinario e incondicional público, convirtiéndola en la serie más vista y comentada. En esta segunda temporada, mientras ambos intentan cocinar la mejor metanfetamina de los Estados Unidos dentro de una caravana familiar en mitad del desierto, Walter encuentra a un nuevo socio de negocios, Gus Fring (Giancarlo Esposito), un narco predispuesto a pagar más de un millón de dólares por la metanfetamina que éstos produjeron en el desierto de Nuevo México y que además, resulta que es dueño de una cadena de restaurantes de comida rápida. Un hombre afable y servicial en apariencia, pero que llega a inspirar miedo con tan sólo ajustarse la corbata. Hablar de la segunda temporada es hablar de un abogado de dudosa reputación que se anuncia en la televisión de forma bastante penosa con su lema «Better call Saul» (Mejor llama a Saúl). ¡Me encantó este personaje desde el minuto uno! Saúl Goodman (Bob Odenkirk) ayuda a Walter y a Jesse a blanquear los beneficios del negocio de la metanfetamina y a solucionar problemas legales con métodos muy poco ortodoxos, por decir algo.
En la tercera temporada de la serie, Walter confiesa a su mujer (que sospechaba desde hacía tiempo una doble vida por parte de su esposo) que se dedica al narcotráfico y ésta, enloquecida, le pide el divorcio. Comento esto porque creo que el personaje de Skyler (Anna Gunn), gana muchísimo peso en esta temporada, su papel llega incluso a ser tedioso para muchos seguidores de la serie según he podido leer por Internet. Tanto que hasta la propia Anna Gunn lo comentó en una entrevista reciente en el New York Times. Considero que su papel es inmejorable a partir de esta temporada, y que es precisamente gracias a sus intervenciones donde la serie recobra una mayor crudeza. Otro personaje que adquiere una gran importancia es el de Giancarlo Esposito en su papel de Gus Fring, quien ofrece a Walt tres millones de dólares por tres meses de su trabajo además de un laboratorio nuevo, moderno y totalmente completo y con un brillante asistente, Gale (David Costabile). Gus no es partidario de que Jesse, al cual considera un simple drogadicto, trabaje para él, pero Walt lo quiere a su lado, y aquí se complican aún más las cosas. Debido a que Hank va tras los talones de Jesse Pinkman, éste amenaza con entregar a Walt si es arrestado.
Ver esta serie es como ver un coche arder. Arde, parece que va a explotar de un momento a otro, pero sigue ardiendo y no sabes cuando explotará
Y es en este preciso momento, al menos así lo considero yo, donde existe un punto de inflexión. Es aquí donde somos testigos de cómo los protagonistas de la serie cambian radicalmente. Aquí es donde se asienta esa transformación, Walter ya no es Walter, ahora es Heisenberg a todas horas del día, ya no será tan fácil para Walt llegar a casa y quitarse el traje del famoso Heisenberg, porque ahora más que nunca, Heisenberg está siempre presente y continuamente actúa como tal. Es como si ese alter ego por él mismo creado se hubiera apoderado de él, le hubiese fagozitado. Y quizás sea por la razón de que Walt ve en el reflejo de Heisenberg lo que siempre quiso ser, un líder, alguien imprescindible, todo lo contrario al antiguo y bondadoso Walter White ninguneado por sus compañeros de Gray Matter. Walter ordena a Jesse que asesine a Gale para así obligar a Gus a contar con ellos como únicos, sobre todo con Walt, como único químico profesional para elaborar la droga.
Llevo años siguiendo muchas series de televisión y jamás he visto una serie con tanto ingenio y tanta perspicacia y capacidad. Y eso es sobre todo, gracias a unos excelentes actores, porque precisamente pocas serán las veces que veas a tan buenos actores en una misma serie. Breaking Bad lleva el arte de la actuación a un nivel superior, sobre todo si nos centramos en el trabajo que hacen Aaron Paul y Bryan Cranston. Tanto que toda una leyenda del cine como es Anthony Hopkins, escribió recientemente una carta pública a Bryan Cranston para comunicarle que «su interpretación como Walter White es la mejor actuación que he visto jamás». Por otra parte, la serie contiene además una serie de elementos que ensalzan su encanto aún más, y no sólo hablo de esa metanfetamina azul y el hecho de que ésta sea cocinada en una destartalada y antigua caravana, hablo de los problemas conyugales de la familia White, las conversaciones entre Walter y su hijo Walter Jr. los Pollos Hermanos, las adicciónes de Jesse, y un largo etcétera.
Comienza así la cuarta temporada. Jesse mata a Gale, y como era de esperar, Gus decide separar a Jesse y a Walt, haciéndoles trabajar por separado. Mientras Walt cocina, Jesse acompaña a Mike (Jonathan Banks), uno de los matones de Gus, para encargarse de recoger pagas y servirle de apoyo. Y es aquí donde comienza otro trascendental punto de inflexión. Puesto que esto provoca que Jesse y Walter se distancien y entren en continuas disputas el uno con el otro. La hostilidad entre los dos se hace latente y pone en peligro el negocio. Pero lo que verdaderamente tensa la situación es que Hank, investigando el asesinato de Gale, descubre la conexión de éste con Gus. De esta forma, todo se tuerce aún más, ya que Gus, una vez que sabe de la relación existente entre Walt y Hank, amenaza a Walter y a toda su familia para no poner en peligro el multimillonario negocio. Sobra decir que a estas alturas, Walter White ha conseguido poder pagar su tratamiento sin problema alguno y, lo que es más llamativo, es que, gracias a su inigualable arte para cocinar metanfetamina de gran calidad, ya guarda más de diez millones de dólares como seguro para su familia. Lo que da de sí el negocio de la droga… Antes de que se me olvide, me gustaría destacar a dos personajes secundarios, a Skinny Pete y Badger, amigotes de Jesse y que merecen mención especial por sus apariciones, poniendo la nota cómica a tanto drama.
En estos momentos la serie está en su punto más álgido. La tensión es máxima, todo parece ir a peor, parece no haber salida alguna. El escritor de la serie, Peter Gould y su director, Vince Gilligan, hacen que la serie haya sido y sea, la mejor serie dramática televisiva de todos los tiempos. Y no, amigos, que no es una exageración. Ver esta serie es como ver un coche arder, arde, parece que va a explotar de un momento a otro, pero sigue ardiendo y no sabes si cuando explotará.
Jesse y Walter se reconcilian y se ponen de acuerdo para matar a Gus. Convencen así al antiguo criminal del cartel Héctor Salamanca, ingresado en una planta geriátrica de hospital, para que éste haga explotar una bomba suicida en presencia de Gus. Héctor logra su cometido y se mata a sí mismo, a Gus y a Tyrus, su principal secuaz. De esta forma, Walter White, alias Heisenberg, y Jesse Pinkman, destruyen el laboratorio de Gus, eliminando así toda amenaza. Fue aquí cuando ya no me hacía falta ver más para saber con toda seguridad que estaba ante la mejor serie que jamás había visto.
Walter White, la mutación de un hombre humilde e introvertido en un hombre feroz, frío, inhumano, desalmado, un hombre que no conoce límite alguno, un hombre salvaje y sin piedad.
Asesinado Gus, Walter y Jesse dan comienzo a una quinta temporada que en ningún momento decaería. Esta última temporada logra rizar el rizo, siendo aún más sorprendente que la anterior, algo que parecía difícil de superar. Walter, Jesse y Mike, comienzan a trabajar juntos. Y si la idea de Gus de ocultar su negocio bajo una cadena de restaurantes de comida rápida, el ingenio y la perspicacia de Heisenberg iría por delante. El nuevo modelo de negocio consistiría en trabajar con un equipo de fumigadores de casas para cocinar metanfetamina en casas cerradas completamente cerradas y asiladas durante días por fumigación. Pero Hank y la DEA están cada vez más cercas de las huellas de Walt y logran identificar a nueve prisioneros y a un abogado que guardan estrechos lazos con Mike. Motivo suficiente para que nuestro querido Walt acabe con él asesinándolo. Pero por si fuera poco, Walt contrata a una banda criminal de matones neonazis para que asesine a los informantes que estaban en prisión. De esta forma, manteniendo a la DEA al margen, Walt a estas alturas, logra reunir nada más y nada menos que ochenta millones de dólares sin apenas haberse planteado si seguir o no en el negocio de la droga. Me es imprescindible destacar el coraje y la tremenda valentía que muestra Jesse a medida que avanza la serie.
Las cosas siguen retorciéndose en esta quinta temporada. Y precisamente por ser tan enrevesada esta recta final de la serie, y sobre todo, porque se me está alargando bastante este artículo, comentaré para finalizar que no había mejor manera de ponerle el broche final a esta sensacional serie de televisión. Hank descubre quién es Heisenberg y queda en shock. Pero esto no le parará los pies y sin tapujos irá tras el criminal de su cuñado. Las cosas entre Walt y Jesse vuelven a ir mal, todo vuelve a dislocarse, sus discusiones van a mayor, porque Jesse descubre algunas de las sucias artimañas acometidas por Walt tiempo atrás. Ambos querrán matarse por ello y Walt será abandonado por su familia y desenmascarado ante todo el mundo. Esto hará que Walt se vea obligado a huir de Alburquerque y a obtener una nueva identidad.
A estas alturas es cuando se da el momento más grandioso de la serie, al menos desde mi humilde opinión. Walt es despreciado por su familia y abandonado a su suerte. Ve que todo su trabajo no ha servido para nada, sólo para atraer desgracias que lo destrozarían todo. Todo el dinero que ha conseguido reunir para su familia es rechazado por ésta. Walt decide visitar a Gretchen y Elliot Schwartz, sus antiguos compañeros de Gray Matter que poco o nada contaron con él, ninguneándolo, y bajo amenaza de ser asesinados, les pide que en los meses siguientes, y a modo de donación desinteresada de ambos, entreguen a la familia de Walt el dinero. Es en este precioso momento donde se da la que para mí es la mejor escena de tantas que tiene la serie. Gretchen y Elliot en esta escena magnifican esa sensación de sorpresa y conmoción que todos los seguidores de esta serie hemos sentido, al confrontar la cruda realidad y la impresionante transformación de Walter White, la mutación de un hombre humilde e introvertido en un hombre feroz, frío, inhumano, desalmado, un hombre que no conoce límite alguno, un hombre salvaje y sin piedad.
A pesar de que en esta entrada he destripado un poco bastante parte de la trama, me aguanto las manos y no diré nada sobre el final. Porque si has leído este artículo y no has visto la serie y no ves el final, no tienes perdón de Dios. Porque con esta entrada no sólo he querido rendir homenaje a la mejor serie del momento, sino que pretendo alentar a todos aquellos que aún no la hayan visto a que la disfruten, porque en la televisión no siempre podrás ver tanto talento y calidad al mismo tiempo.
Buenas noches,
Te acabo de nominar al “I’am a part of the wordpress family award”
Para más información acude a mi Blog: http://www.lavidaenpoesia.wordpress.com.
Un saludo
19 noviembre, 2013 en 21:19
Querido Álvaro dos puntos
He leído sólo el primer párrafo porque estoy en la segunda temporada y quiero evitarme posibles spoilers de la serie así que dime: ¿lo leo entero a trozos o no leo nada?
20 noviembre, 2013 en 21:29
¡jajajaja! Mejor ve la serie, y cuando la veas, pásate por aquí y participa en este humilde homenaje que le he hecho a esta grandísima serie aquí en Anhelarium 🙂
Pd.- Lamento contestarte un poquito tarde.
Pd.2.- ¡Me alegra leerte de nuevo por aquí! 😉
21 noviembre, 2013 en 22:14
Ahh, Hélène….¡GRAACIAAS! 😀
21 noviembre, 2013 en 22:19
Quedo impresionadísima con la amplia información de tus publicaciones.
Es un agrado leer Álvaro.
11 octubre, 2016 en 14:52
¡Gracias, Viviana! Pásate cuando quieras, eres más que bienvenida 😉
16 octubre, 2016 en 22:39