#HastaSiempreMilenio3
Casi una hora antes de que empezara mi programa de radio favorito vi este hashtag en Twitter y me quedé a cuadros. No me lo esperaba. Me pilló, como a muchos, por sorpresa. Y qué sorpresa. De esas que te da la vida y que no desearías que hubiera llegado nunca. El programa que más emociones me había hecho sentir durante tantos y tantos años, llegaba su fin. Y como he estado haciendo religiosamente cada fin de semana desde que era un adolescente, no podía faltar a la cita, y menos en un momento como el de este pasado sábado. No escuché en directo el primer programa de Milenio3 hace ya catorce años. Pero sí escucharía el último de tantos que he disfrutado. Gracias Iker, y gracias, muchas gracias a todo tu equipo, a tu gente. Porque todos me hicisteis amar la radio. Con vosotros me encantaba sentirme envuelto en ese halo de confinidad y misterio que sólo la magia de la radio puede trasmitir, sobre todo si está capitaneada por vosotros. Y hablando de misterio…Habéis hecho del misterio toda una fuente de sabiduría. No, Milenio3 no era un programa de miedo. Miedo da ver los telediarios cada día. Milenio3 era un programa que te enseñaba a ver la realidad con otros ojos, a ver más allá de lo imaginado. Era un programa único, auténtico, un programa que trasmitía valores y que siempre invitaba a la reflexión.
Durante todo el tiempo que duró la emisión del último programa de Milenio3, como nunca antes me di cuenta de lo mucho que ha supuesto, de lo que ha significado para tantas y tantas personas. O milenarios, como siempre nos ha gustado llamarnos. Y digo esto por la cantidad de mensajes que no cesaban ni un instante, mensajes donde compartían atónitos y tristes, lo que este programa de radio ha significado en sus vidas. Sobre cuales sean las razones exactas que han llevado a Iker Jiménez a tomar esta decisión, sinceramente no voy a meterme y de hecho, ni me importan. Porque en mi más sentida consideración, nada podría exigírsele a una persona que durante catorce años ha estado trayéndonos la aventura a nuestras vidas, de la forma más humilde, altruista y cercana posible. A mí, sólo me queda compartir esas lágrimas, aplaudir y agradecerles la dedicación de todos estos años de radio.
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