Cuando el curso estaba a punto de acabar
Esta es la última semana de cole para los niños, además este viernes muchos tendrán la ansiada fiesta de fin de curso, en las que se suelen programar pequeños torneos de fútbol, actuaciones de baile, música y muchas chucherías y refrescos, todo para celebrar por todo lo alto que terminan esos largos nueve meses de colegio y que llega la mejor época del año, las vacaciones de verano. Recuerdo estos días con mucho cariño. Y quién no, claro. Yo ya comenzaba a entusiasmarme semanas antes de que llegara la fiesta de fin de curso. Era llegar el mes de mayo y sentir los ecos del verano en mi interior. El simple hecho de despertarme por las mañana para ir al cole y ver cómo el sol ya brillaba radiante antes de que me quitara las legañas de los ojos ya me hacía emocionarme. Ya me sentía distinto. Como simple también era le hecho de salir a la calle en mangas cortas. Después de tantos meses de abrigo y jerséis, me encantaba percibir esa sensación de salir a la calle en camisetas de manga corta. Yo, tanto la primaria como la secundaria, la hice en colegios privados donde teníamos que ir uniformados. En ambos colegios habían uniformes de invierno y de verano. La diferencia radicaba en que en invierno íbamos con camisa y corbata y en verano con polito. Esto, lo de dejar la camisa y la corbata por el polito de verano, para un chiquillo, era algo muy significativo, al menos para mí. Como decía, para mí el entusiasmo ya comenzaba con la llegada del mes de abril, pero era meternos en mayo y yo ya me sentía más feliz. Me siento como nuevo con la llegada de la primavera, aunque de esto ya he hablado varias veces en Anhelarium. Recuerdo perfectamente como todos comenzábamos a contagiarnos de esa energía y alegría de ver el curso llegar a su final. Las actividades en el cole eran distintas. Algunos profesores tenían la costumbre de ponernos películas en las últimas semanas del curso. Lo más importante del temario estaba dado y a pocos días de acabarlo, apagábamos las luces de la clase y nos ponían la película de turno. Y en esa sala de cine improvisada que era nuestra clase, podíamos estar comiendo todo tipo de chucherías y bebiendo refrescos. Todo ello partía la monotonía de tantos meses. Agradecíamos enormemente el gesto que tenían los profesores. De las excursiones no me puedo olvidar tampoco, claro. Por estas fechas hacíamos varias visitas. El problema del colegio donde hice la primaria era que cada año las excursiones eran siempre las mismas. Ahí digamos que no se esmeraban tanto. El museo del Puerto de Santa María lo teníamos ya muy visto, si nos entusiasmaba ir al museo de la ciudad de excursión no era por ir al museo precisamente, era por hacer algo que nos quitara de estar en el colegio. Hasta las pelotas me quedé de ver todos los años el famoso cuerno de mamut que tenía más pegamento y plástico que marfil el pobre. Otra de las excursiones que hacíamos era ir al polideportivo a pasar una larga jornada de deporte. Todos los años igual. No le dedicaban mucho tiempo a eso de programar excursiones, la verdad. Pero igualmente nos motivaba dejar los uniformes y las clases para ir a jugar al fútbol o baloncesto. Bueno, yo no, yo ni jugaba al fútbol ni al baloncesto ni nada. Esa jornada deportiva la aprovechábamos a nuestra manera, porque yo, con dos o tres amigotes más, empleábamos dicha salida para hacer merendolas. ¡Ay esas merendolas! Eran merendolas ya las hiciéramos a las tres de la tarde que a las doce de la mañana. Y la merendola consistía en traer en nuestras mochilas copiosas provisiones de chuches, paquetes de patatas y refrescos y claro, algún que otro bocadillo. No todo iba a ser ensuciarnos el estómago. Así eran nuestras jornadas deportivas. Comiendo, riendo y hablando de películas de terror o videojuegos allí sentados a la sombra en las gradas del polideportivo de nuestra ciudad. No habían ganas de sudar, eso ya se lo dejábamos a los demás. Por estas fechas, semana arriba semana abajo, otra de las absurdas visitas que organizaba mi colegio donde hice la primeria era visitar las bodegas. El Puerto de Santa María se caracteriza por ser la ciudad del vino. Grandes y reputadas son las numerosas bodegas de esta ciudad. Pero más de lo mismo. La elaboración del vino y las bodegas nos daba absolutamente igual. A nosotros lo que nos importaba era el momento merendola. Los bodegas podían salir ardiendo. Pero había una actividad que acaparaba toda nuestra atención, había un ritual que se hacía cada año y que nos mantenía exaltados desde el día antes de celebrarse. Esa era la guerra de globos de agua. Días antes de aquella mañana donde acabábamos todos calados hasta los huesos ya hacíamos acopio de bolsas de globos. Comprábamos cientos. Recuerdo que era el profe de religión, “El Piru”, como así lo llamaban profesores y alumnos (y no sé por qué, la verdad) quien organizaba todos los años la guerra de globos de agua. Era un tipo raro, más feo que un taladro, pero que resultaba simpático, siempre con su sonrisa imborrable y por todos querido, sobre todo por organizar en la hora de su clase de religión la famosa guerra pasada por agua. Cambiar las mermadas clases de religión por eso, creedme, era algo de agradecer.
Era llegar el mes de mayo y sentir los ecos del verano en mi interior
No había ninguna norma, bueno supongo que la de no darnos de hostias. Era una guerra de globos de agua, no una pelea entre ultras de fútbol. Pero me refiero a que no se hacían bandos o equipos, ni se apuntaba quién era al que menos agua le había caído para darle algún tipo de premio o reconocimiento. No, simplemente nos bombardeábamos todos hasta que no quedara un solo globo utilizable. Cuando ya nadie tenía más globos que arrojar al compañero que fuera, ahí acababa la guerra. Algunos compañeros tenían la brillante idea de traer otra muda de ropa para cambiarse en los vestuarios del gimnasio, pero la mayoría, sobre todo este subnormal que os escribe, nunca pensó en ello. Pero no era el único. Éramos muchos los que nos quedábamos con los cojones bien remojados ahí plantados esperando que el solo nos secara. Menos mal que hacía buen tiempo, de hacerse en enero más de uno pillaba seguro un resfriamiento. Lo pasábamos bien, muy bien. Otra de las cosas que típicas de estas fechas era que el horario escolar se veía reducido. Tal y como comenzaba el mes de junio ya dejábamos de salir a la hora habitual, que eran las cuatro y media e la tarde para salir a la una. Eso era algo maravilloso y lo agradecíamos una barbaridad. Una vez en casa, las cosas también cambiaban. Era habitual dejar el uniforme del colegio para ponerme el bañador y jugar en el jardín o la piscina hasta que quedara poco para que cayera la noche. Algunas tardes bajábamos a la playa y veíamos el atardecer al son de las olas. Sonreía ilusionado por saber que tenía todo un verano por delante. Era un niño más que saboreaba la llegada de este tiempo como si de un helado se tratara. Deseo que todos los niños que ahora están deseando pillar las vacaciones tengan el verano que desean. Que rían y jueguen, tanto o más como lo hacía yo.
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Esta entrada fue publicada el 18 junio, 2019 por Álvaro Rojas. Se archivó dentro de Personal y fue etiquetado con Verano.
Hola Álvaro!!
Qué bonita entrada!! Me ha gustado mucho y me ha hecho reír!!
La verdad es que cada vez voy recordando menos sobre mi infancia, y lo cierto es que siempre me ha gustado mucho cuando alguien me cuenta anécdotas y recuerdos de su infancia.
Me ha hecho mucha gracia cuando explicas las excursiones que hacías y lo repetitivas que eran, ahora se lo curran mucho más, o al menos en mi cole, jejejeje
Eso si las ganas de verano y vacaciones eso no cambiará nunca, y es que las dos últimas semanas todos, tanto alumnos como adultos, hacemos la cuenta atrás de cuantos días quedan para vacaciones.
Ay, que ganas de poder gritar: se acabó el curso, bienvenido seas verano!!!!😁
Qué ya toca ir a la playa, piscina, un helado y a respirar y relajarse!!! 🙂
Un abrazo!!!
18 junio, 2019 en 19:27
¡Hola Cris! ¡Bon dia! Siento contestarte con tanta demora, pero me tiré unos 13 días seguidos en Madrid y al volverme me vine con un amigo que se fue ayer. No he parado en casi un mes de hacer cosas todos los días. Ahora es cuando tengo por fin un ratito tranquilo para contestar vuestros mensajes en el blog. Mientras te escribo, estamos ya a 13 de julio, así que espero que ya estés de vacaciones y disfrutando tanto como anhelabas. Ya me contarás, muchas gracias por tu comentario. Feliz verano, amiga mía.
13 julio, 2019 en 10:40
Tranquilo, no te preocupes! Espero que te lo pasaras genial por Madrid y con tu amigo!!
Si, por fin de vacaciones! Ayer volví de pasar unos días en mi pueblo y la verdad es que desconecte muchísimo y me he relajado un montón! Y la semana que viene a Oporto que tengo muchas ganas!!
Que pases un feliz verano tu también!
Un fuerte abrazo y muchos besos!!!
14 julio, 2019 en 11:53
¡Disfruta mucho en Oporto Cristina! Ya me contarás. Muchos besos 😘
14 julio, 2019 en 12:51
Holaaa… Oh, qué lindo recordar esos tiempos de la niñez, emocionantes, divertidos, llenos de inocencia, sinceridad y capacidad de asombro… ¡Inolvidables! 😉 🙂 Un besazo y un abrazo bien grande, Álvaro… Un poco ausente he estado, pero aquí llego, jejej…
19 junio, 2019 en 4:16
¡Hola Luz! Gracias por tu comentario. Pásate cuando puedas y cuando quieras, no pasa nada. El hecho de que lo hagas, es siempre agradable y de agradecer. ¡FELIZ VERANO LUZ!
13 julio, 2019 en 10:42
Siempre es un placer para mí, Álvaro!! 😉😉 Para ti también un excelente verano… Graciaaas… Abrazo giganteee!!! 😚😚😚
15 julio, 2019 en 22:59
Querido Álvaro,
Gracias por compartirnos esos días de verano de tu infancia, sin lugar a dudas fuiste un niño feliz y leer este tipo de entradas siempre me saca una sonrisa.
Tus veranos eran un poco similares a los míos. Yo crecí en un pueblo cerca de un pequeño lago, así que me pasaba todos los días de las vacaciones rogando a mi madre para que me llevara a nadar. Me gustaba pasear en bici y luego detenerme en la plaza a comer «hielitos» y «bolis» (como acá les decimos a un tipo de helados que se preparan con aguas de sabor). Algunas veces me iba de excursión con mis primos, íbamos a las labores a acompañar a mi tío a regar la alfalfa, y también al río, donde yo siempre me ponía a buscar piedritas blancas.
Como tú también disfrutaba de los últimos días de escuela, pues eran de lo más buenos, nosotros también mirábamos pelis entre clases, comíamos dulces y papitas fritas o participábamos en las pijamadas escolares, que ya te digo yo que esas eran mis favoritas, porque podíamos quemar malvaviscos al fuego y contar historias de miedo, también, los profes escondían pequeños tesoros (que siempre eran juguetes o dulces) en las instalaciones de la escuela y lo emocionante consistía en ir a buscarlos. Yo, que he tenido instinto de detective probablemente desde la cuna, disfrutaba un montón de esas actividades.
¡Uy! y pasar el tiempo en casa también me gustaba mucho, ahí echada sobre el sofá mirando Scooby Doo, los Power Rangers y esa telenovela mexicana de Aventuras en el Tiempo, en aquellos días no había que preocuparme de nada más que de hacer los deberes asignados por mis padres. Entonces era muy feliz, pero no me había dado cuenta todavía.
¿Cómo son tus veranos ahora Álvaro?
Los míos bueno, gozo de dos semanas por vacaciones del trabajo, así que intento sacarles el máximo provecho, casi siempre me voy por ahí de niña exploradora a algún lugar mexicano que no conozca, este verano tengo mis vacaciones en agosto y estoy deseando que se llegue el mes para poder largarme por un rato jeje, aun no tengo bien decidido a donde, pero ya se me ocurrirá algo, siempre se me ocurre.
También quiero decirte que han sido muy geniales los vídeos que posteaste en instagram sobre el festival, se notaba el ambiente que había, espero que lo hayas pasado de lo mejor y que tengas muchas cosas que contarnos a tu regreso, yo nunca he ido a uno de esos, debe ser porque mis gustos musicales aun se encuentran en calidad de «indefinidos» jaja, soy la típica persona que le gusta escuchar de todo, así que nunca he ido a un festival de música, salvo a los culturales que cada año organiza el municipio en Chihuahua.
Finalmente me despido diciendo que tu deseo final en esta entrada es muy bonito, ojala todos los niños del mundo pudieran disfrutar del verano como tu lo hiciste. ¡Me uno a ese deseo!, sé que hay niños que viven en ciertos rincones del planeta que han sufrido o están sufriendo, presas de cosas tan terribles como la guerra, la violencia, el abuso…, ojala que eso no tuviera que pasar, ojala todos los niños pudieran tener anécdotas como las tuyas o como las mías para contar de mayores.
Muchos abrazos siempre Álvaro!
1 julio, 2019 en 15:59
¿Veías los Power Rangers? ¡LOS AMO! 😀 En Anhelarium encontrarás algunas entradas sobre los Power Rangers, jajaja 😀
Son parte esencial en mi infancia y en la de millones de chavales de mi quinta. Actualmente van a hacer otro reboot, ya que el que hicieron hace un par de años fue un fracaso total. Estoy ansioso por ver qué trajes nuevos y qué personajes nos van a presentar. Por mucho que crezca, sigo embelesándome con los Power Rangers, sobre todo con el Green y el White Ranger 😀
Recuerdo con mucho cariño esas mañanas de verano viendo a los Power Rangers, qué momentos…
Me ha gustado mucho eso de comer «hielitos» y «bolis» jajajaja. Como también esa expresión de «Papitas fritas», jajajajajaja, qué entrañable todo. Lindos esos momentos con tu tío, seguro. Esa sensación de libertad que tienen esos días es algo casi mágico. Sabes que en nada el colegio terminará y que tienes más de dos meses de vacaciones para hacer lo que te venga en gana. Ese momento para un niño es enorme, porque para la imaginación y energía que poseen los niños, saber que tienen tanto por delante, es algo que les da alas para hacer o ingeniar todo tipo de cosas. Es como si cada mes de junio se abriera para los niños un mundo nuevo a explorar.
Mis veranos actualmente suelen ser muy tranquilos, y la tranquilidad es algo que valoro muchísimo. Mis veranos no son de irme con amigos a sitios exóticos o lugares de placer y lujo como Ibiza, que ya me gustaría también ¿eh? Tiene que haber tiempo para todo. Pero no tengo la compañía adecuada para ello. Como ya te dijera en alguna ocasión, para viajar sí soy una persona dependiente, y no sé si eso cambiará alguna vez. No me gusta la idea de viajar solo por ahí. No me atrae. Pero me gustaría tener con quien hacerlo, amigos a los que les guste viajar, una novia…
Lo gracioso es que tampoco es que sea yo de viajar. Me gusta viajar pero de vez en cuando, no es algo que quiera hacer constantemente. En estos últimos años, supongo que por lo barato que resulta ahora viajar (los vuelos low cost, etcétera), hay una obsesión en muchas personas por viajar y viajar todo el tiempo. A mí eso tampoco me va. No tengo ese ansia de querer viajar de aquí para allá lo máximo posible. No me va la vida en ello. Soy un tipo sedentario al que de vez en cuando le gusta hacer algún viaje. Algo normal, sencillo. Conozco personas que miran constantemente vuelos para pirárselas por ahí, y me parece bien ¿eh? Cada uno que haga lo que quiera, pero no es mi ritmo, para nada.
Así que mis veranos los paso en El Puerto. Cuando vivía en Madrid, al finalizar cada curso universitario, me venía a pasar las vacaciones aquí. Y aquí sigo, jajaja. Mucha playa y dedicarle tiempo a mis aficiones, que no es poco. No me puedo quejar, hacerlo sería grotesco por mi parte, ya que paso unos veranos muy placenteros y agradables. Espero que así sea por mucho tiempo. Vamos hablando y nos vamos contando qué tal nos va este verano al que aún le queda bastante, ¿okay? 😀
Muchos besos, Alba. Buen inicio de semana ; )
15 julio, 2019 en 8:58
Álvaro, es siempre muy gratificante leer tus respuestas a mis mensajes. Acá siempre llamamos papitas lo que para ustedes son «patatas» jeje, de hecho recuerdo que cuando fui a Barcelona me enamore de las patatas bravas, y recuerdo que al pedirlas, me representaba una gran complicación tener que llamarlas «patatas» y no «papitas»
Entiendo lo que dices respecto de los viajes y como se ha vuelto una moda el viajar por viajar en los últimos años. Es cierto que hay mucha gente hoy en día que compra vuelos precisamente obedeciendo esa moda, ni siquiera significa tanto el viaje para ellos, se trata solamente de una manía porque «esta cool» ¿si me entiendes?. En mi caso puedo asegurarte que es diferente, yo empece a viajar a los 26 años y solo lo hago en mis periodos vacacionales, pero mis motivos son muy especiales, o al menos así lo veo, y es que no puedo ni describir con palabras lo que siento al viajar Álvaro. Es como si el mundo con todo su caos se acomodara de pronto, cuando viajo me siento en un estado de agradecimiento constante, me enamoro de cada pequeña cosa que veo y apreció tanto cuando tengo oportunidad de hablar con los lugareños y escuchar historias emocionantes de ese sitio, me gusta comer cosas típicas y asombrarme ante cada nuevo bocado y preguntarme ¡¿cómo diablos no lo había comido antes?!. Una vez leí en algún sitio que entre las cosas feas de volvernos adultos esta el hecho de que la capacidad de asombro se va disminuyendo con el tiempo, sí te fijas bien, los niños tienen esta habilidad muy bien desarrollada, se dejan sorprender muy fácilmente, y eso contribuye mucho en su felicidad, una felicidad muy genuina. Yo cuando viajo soy algo así como una niña pequeña, cada nuevo descubrimiento me vuelve loca. A pesar de que he realizado típicos viajes cliché, es decir, a sitios super turisticos y eso, también es verdad que mi parte favorita es cuando visito pequeños pueblos y rinconcitos muchas veces ignorados por las masas, ¡no tienes idea de lo que hacer eso me llena Álvaro!, andar por un pueblo colonial un día lluvioso y oler el café de olla que se filtra en el aire o el del pan recién hecho, ir así sin cubrirme de la lluvia, porque sentir las gotas de agua en mi piel me recuerda que no estoy soñando… y no es necesario ir lejos para disfrutar de un viaje ¿sabes?, muchas veces el pueblo o ciudad de junto tienen un montón de cosas extraordinarias y desconocidas que ofrecer. Yo suelo irme sola porque es difícil luego coordinar con otra gente, he viajado a veces con amigas y en una ocasión con mi hermana pequeña, pero la mayoria de las veces lo he hecho sola.
Viajar solo tiene su parte dura desde luego, cualquier viajero que te diga lo contrario es que está omitiendo muchos detalles, me ha pasado que a veces los planes no salen como tenía previsto y entonces me toca lidiar con toda la carga y el estrés que conlleva solucionarlo, una de las cosas con las que más sufro es con el tema de las fotos, amo que me saquen fotos jaja, pero a menudo tengo que hacerlo yo misma con el selfie stick, una vez en cierto viaje ideé según yo el plan perfecto para conseguir que una pareja de desconocidos me sacara una foto, los vi batallando para tomarse la selfie así que ingeniosamente pensé en acercarme y proponerles sacarles yo la foto, de tal forma que luego de hacerlo pensaba pedirles a su vez el favor de que ellos me la sacaran a mi (sonaba simple en mi cabeza), pues mira que cuando me acerque ellos se alejaron y me cortaron groseramente, solo pude articular la palabra «foto», pero ellos me dijeron que no querían nada y que no traían dinero tampoco jajajaja y yo me quede ahí parada con cara de WTF!!!, ahora tengo claro que esas personas pensaron que yo era alguna comerciante o que iba a pedirles dinero por sacarles la foto o algo así. Otra cosa frustrante que me ha pasado por viajar sola fue por ejemplo en el crucero, y es que las visitas al comedor eran siempre un desastre jaja, las mesas solían estar a tope de gente y era difícil encontrar sitio para comer, así que lo que muchos solían hacer era dividirse entre sus acompañantes, de tal forma que mientras unos tomaba lugar en la mesa, otros iban por comida… pues adivina qué, jaja, yo siempre comía a deshoras porque nunca tenía forma de apartar lugar, o apartaba o iba por la comida, así que prefería esperar hasta que el comedor se vaciara…
Pero a pesar de todo Álvaro no me arrepiento de nada, y sé que seguiré yéndome sola las veces que sean necesarias, porque ese tiempo conmigo misma también es muy hermoso.
Mira y ya para no enrollarme más, sí tu estas de acuerdo quizás alguna vez podamos hacer un pequeño viaje juntos, ¡quizás un crucero!, que ya recuerdo que dijiste que tenías muchas ganas de hacer uno, ¡o un roadtrip!, o cualquier otro. Creo que en tema de viajes soy una buena compañía, las pocas veces que he ido con gente ninguna persona se ha quejado jajaja, y lo hemos pasado super. No sé, igual podemos cuadrar algo en esta vida, solo si tu quieres claro.
Abrazos Álvaro.
15 julio, 2019 en 16:27
Pues fíjate que me dio por pensar cuando me iba para Madrid que algún día nos veríamos allí, jaja. Se me vino a la cabeza esa imagen, de estar los dos en Madrid. Y quien dice Madrid dice otro lugar del planeta. Sería un placer enorme para mí, Alba. Me alegro que disfrutaras de ese crucero sola, yo no me atreví a hacerlo hace ya varios veranos. Recuerdo que entré en la agencia de viajes y pregunté por precios y tal, estaba decidido a ello, pero me acabé echando para atrás por la idea de estar tantos días solo en ese súper barco, jajaja. Quizás definitivamente me atreva a ello y lo haga.
Me ha gustado la manera en la que has descrito cómo te sientes al viajar. Se nota que te entusiasma mucho y estás enamorada de ello. Así que deseo de todo corazón que puedas viajar mucho en esta vida, que no dejes de descubrir esos rinconcitos que te hagan sentir tan viva. Estaré encantado de leer esas aventuras tuyas, Alba.
¡Muchos besos y abrazos!
16 julio, 2019 en 9:37
Álvaro, por alguna razón yo también me imagino conociéndote en Madrid, debe ser por todo lo que he leído que pones de ahí o porque es la capital de España, no sé jaja. ¿Sabes? quizás pueda ir ahí, tal vez no este año, pero sí el siguiente, de cualquier forma coincidir contigo en algún momento sería maravilloso 🙂
No conteste antes a tu pregunta, ¡si que me gustaban los Power Rangers!, estuve obsesionada con ellos toda mi infancia y hasta un poco de mi adolescencia jaja, los vi hasta la temporada de «Power Rangers: Fuerza Salvaje», aunque los originales siempre serán los mejores, recuerdo haber estado enamorada de Tommy jaja, y hasta me aprendí la señal de conversión, siempre que jugaba de niña era la Pink Ranger, aunque mas tarde me gusto ser la Yellow.
Muchos abrazos muchacho español!! 🙂
16 julio, 2019 en 14:57
Pues seguro que acabamos conociéndonos, lo doy por sentado. ¿El lugar? Ya se verá 😉
¡Claro! Es que Tommy siempre ha sido el personaje más importante (y para las chicas, el más guapo, obvio) de la saga Power Rangers. Fue el Green Ranger y luego fue el White Ranger. Ha sido y es el único actor que ha estado presente en todas las temporadas y películas. Incluso en el remake que se hizo hace dos años, salía haciendo un cameo, esta vez acompañado de la actriz que encarno a la primera Pink Ranger y que fue su novia en la serie.
Actualmente Tommy está rodando una película que explica los orígenes del White Ranger, estoy deseando verla.
Y como creo que ta dije, ahora van a hacer otro remake sobre los Power Rangers, con nuevos trajes y nuevos actores. Se ve que el que hicieron hace dos años fue todo un fracaso. Aunque tiene su puntito verla ¿eh? A mí no me enamoró pero tampoco me desagradó. Eso sí, como los trajes originales, nada de nada.
¡Muchos besos!
16 julio, 2019 en 20:00