Surfero en tierra

Camposoto Septiembre 2010 (34)

Detalle de uno de mis rincones favoritos

Sabía que sería difícil. Cuando aún meditaba el venirme a Madrid a estudiar la carrera de Derecho, siempre e inevitablemente, se me venía a la mente el hecho de separarme de la playa, de mi surf, y por supuesto, de mi padre y de mi mejor amigo. Todo eso era lo que me echaba hacia atrás. Pero lo necesitaba. Necesitaba venirme a Madrid y vivir esta experiencia. No me arrepiento por un instante de haberme venido a Madrid, pues desde que llegué me está dando muchísimo. Estoy bien y me siento muy ilusionado aquí. El anhelo de volver a mi tierra, de sentir siempre que quiera la cálida arena sobre mis pies y zambullirme en la reluciente agua de mi mar, es fuerte. Tengo una conexión emocional con mi playa que no podría describir con palabras. No sé el tiempo que estaré en Madrid, aún me queda bastante para terminar la carrera, se podría decir que apenas he empezado el primer año. No sé qué me deparará el futuro, dónde estaré, con quién y qué estaré haciendo. Pero tengo claro que este es ahora mi lugar. Madrid es el sitio en el que debo estar. Aquí me queda mucho que hacer y mucho que aprender. Encontrarme a mí mismo.

Cuando ya llevaba poco más de un año practicando Surf, y justo cuando más y mejor surfeaba, me vine a la capital. Ahora el tiempo no me permite bajar a mi tierra todo lo que deseo. Sé que esto me pasará factura de cara a volver a montar en mi tabla. El Surf requiere de mucha práctica y la necesidad me ha llevado a separarme de este deporte que para mí, y permitidme decirlo, es el mejor deporte del mundo. Es más que un deporte. Claro que lo es. Surfear es estar en conexión con la naturaleza, sentirla, aprender a formar parte de ella, a respetarla. Y ahí entra en juego de nuevo esa conexión que tengo con la playa. Es mi entorno. No es fácil no poder ni tan siquiera pasear por la dorada orilla cuando lo necesito. No es fácil para un apasionado del Surf estar lejos del mar. Me queda el verano para saciar mi ansia de sentir ese agua salada, de surcar olas y disfrutar de la compañía de los míos en un lugar así. Pero ahora, aquí es donde debo estar. Es lo que necesito. Sabía que sería difícil.

3 comentarios

  1. Álvaro, cuando uno esta tan arraigado a su entorno es muy difícil separarse de él, tener que dejar la tierra que uno conoce, los lugares y a la gente!, sobre todo cuando hay que embarcarse a la gran ciudad después de haber estado toda la vida en un sitio tranquilo y pequeño, ¡y qué sitio era ese en el que estabas, el maravilloso mar de Cádiz ni más ni menos!

    Sin embargo mira tu el tiempo que ha pasado desde que escribiste esta entrada, curiosamente un par de semanas atrás me contabas esas vivencias con los Románticos ahora que bajaron al Puerto a visitarte, y cómo después de que se fueron reflexionabas sobre lo mucho que echabas de menos Madrid, sobre todo por las personas que conociste ahí, por las amistades que hiciste. Ahora Madrid es la ciudad que de vez en cuando te produce melancolía, pero puedes ir allá cada vez que tengas oportunidad y eso es maravilloso, reencontrarte con tus amigos y tu hermana. Ahora estas de regreso y puedes sentir la arena bajo tus pies todas las veces que quieras, y sumergirte en esas aguas de tu mar y surfear para volverte por un instante parte de esa naturaleza y de esa playa que tanto quieres.

    La forma en cómo sientes y cómo expresas es maravillosa, esta entrada me ha tocado el corazón, al final Anhelarium siempre acaba sacudiéndome, haciéndome recordar, acariciándome el alma, ¡que se yo!, Anhelarium es el sitio para anhelar, justo como lo describieras en algún momento.

    Yo salí de mi casa también, pero lo hice muy joven, deje la vida y la comodidad que tenía con mis padres para irme a la ciudad, una más pequeña que esta, ahí me refugie con mis abuelos, pero ellos solo estuvieron 6 meses conmigo, luego me quede sola con una tía, pero mi tía trabajaba y estudiaba todo el día así que básicamente tuve que acostumbrarme a la nueva vida y madurar muy pronto (o eso creo que hice, aún soy muy inmadura jajaja), tenía 12 años entonces. Sin embargo recuerdo la melancolía bien, recuerdo el anhelo de la comida caliente de mi mama, ese chile colorado, las albóndigas en chipotle, las tortillas de harina y los chilaquiles, extraño las vistas al Ojo de Atotonilco de mi pueblo, ese lugar que aun a pesar de ser tan simple, me encantaba todo el tiempo y me hacía pasar tardes impresionantes después de la escuela o por vacaciones, extrañaba mirar hacia La Superficie desde la ventana de mi cuarto, y extrañaba mucho a mis hermanitas, pues a pesar de pelear sabía que me querían muy puramente. Comencé a extrañar los cielos estrellados que acá casi no se miran, los abrazos de mi papa y sus pláticas sobre el origen de todas las cosas, porque él siempre ha tenido una respuesta para todo, extrañaba el olor a tierra mojada después de llover, porque juro que en mi pueblo el aroma es cien veces mejor que en la ciudad… pero ¿sabes?, al final acabe acostumbrándome a esa vida, aunque nunca deje de sentirme pueblerina, debo reconocer que decir que soy pueblerina es un orgullo, porque tuve una infancia hermosa y porque aquel lugar, mi pueblo, me lleno de recuerdos bellos.

    Así que entiendo tu sentir entonces. Me ha parecido muy hermosa la forma en que hablas del surf y del mar y de tu Puerto querido. Ahora estas ahí Álvaro, ¡disfruta mucho de él!, sé tan feliz como puedas todo el tiempo. Te mando muchos abrazos!

    6 septiembre, 2019 en 21:19

    • ¡Hola Alba! Se me pasó por completo este comentario, te pido disculpas por contestarlo con tanta demora. Me gusta cuando expresas lo mucho que te gusta decir que eres pueblerina. Una vez escuché a un hombre decir: «¿Quiere saber usted por qué soy tan educado?, porque soy de pueblo». Sé que no viene mucho al tema, pero se me vino esto al recuerdo, jejejeje. Gracias por compartir todas esas cosas que tanta ilusión te hacían te pequeña, cosas que aún hoy anhelas. Como dices, echo de menos algunas cosas de Madrid, obvio, pasé allí casi seis años de mi vida e hice tantas cosas…Pero ahora, y tras haber pasado año y medio de mi regreso, no puedo estar más satisfecho de haber tomado la decisión de instalarme de nuevo aquí en El Puerto de Santa María. Tenemos que encontrar nuestro lugar en el mundo, el lugar que mejor nos haga sentir, donde más cómodos y tranquilos nos sintamos. Yo he tenido la suerte de poder venirme aquí porque puedo tener la oportunidad de trabajar de lo mío en esta ciudad. Lástima cuando por cuestiones de trabajo uno no puede estar donde le gustaría. Esto me hace sentir aún más afortunado.

      Un beso enorme, Alba. Gracias por tus bonitas palabras. Me hace sentir enormemente satisfecho comprobar lo mucho que te hace leer Anhelarium.

      17 octubre, 2019 en 15:32

    • Eres afortunado de haber encontrado tu sitio en el mundo, es algo que no todos tienen la posibilidad de descubrir, hay personas que llegan al final de su vida sin haber encontrado un verdadero sentido de pertenencia a ningún lugar.

      A mi me hace sentir enormemente satisfecha que Anhelarium exista. Millones de gracias por eso.

      17 octubre, 2019 en 16:08

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