Magnífico fin de semana en Sevilla, con motivo del concierto de AC/DC
Paseando por las hermosas calles de Sevilla, quedé asombrado por lo que se podía apreciar en el ambiente. Gente de todo tipo, de todas las edades, con sus grupos de amigos, sus parejas, y lo que más atrajo mi atención, familias enteras, padres y madres, con sus hijos cogidos de la mano, todos con camisetas de AC/DC, compartían con alegría una misma ilusión, disfrutar de un bonito fin de semana, viendo a una de las bandas más importantes de todos los tiempos. Era de esperar, el concierto de AC/DC, no pasaría desapercibido en la capital hispalense.
Desde hacía tiempo, ansiaba la llegada de este fin de semana, el cual, marcaría en mi vida, un antes y un después. Este fin de semana no sólo ha supuesto para mí alegría y diversión, sino que ha cerrado eternamente una cansada etapa en mi vida, y ha abierto una nueva, que trae consigo cambios inminentes tanto en mi vida personal como en la profesional. Una nueva etapa en la que me encamino muy feliz, orgulloso de mí mismo y satisfecho.
Tras pasar un día espléndido, en el que disfrutamos de un exquisito almuerzo en un buen restaurante, y nos deleitamos saboreando unos deliciosos helados ya entrada la tarde, nos preparamos para poner rumbo al que sería uno de los conciertos más multitudinarios a los que he podido asistir en estos últimos años.
Más de 60 mil almas abarrotaron el Estadio Olímpico de La Cartuja. Y es que era de esperar. Al llegar a los alrededores del estadio, podías observar a docenas de autobuses allegados de todas partes, a miles y miles de personas congregadas allí, comiendo, bebiendo, riendo, en definitiva, preparándose para pasar una noche inolvidable. Una vez dentro, nos situamos en mitad de la pista, cerca de la pasarela que erigieron para que los músicos pudieran acercarse a un mayor número de gente.
A medida que los teloneros, Los Perros del Boogie, finalizaban una actuación más que notable, el estadio cada vez se llenaba más y más de gente. A día de hoy sigo mirando los videos que grabamos y de nuevo, me asombro. La pista era una marea de gente y las gradas, eran como gigantescas olas que cubrían el estadio y que acarreaban a una multitud apasionada. Era algo realmente asombroso.
A la hora prevista, y con el estadio a rebosar, los australianos AC/DC, salieron a escena.
Tras un video quemolabaquetecagas y sonando los primeros acordes de Rock ‘N’ Roll Train la gente cayó presa de la locura. Allí, a oscuras, y entre miles de personas, todos saltaban, gritaban, cantaban, se abrazaban, se besaban, otros tiraban sus cervezas al aire, y es que parecía nuestro último día en la tierra, ¡y qué si lo hubiese sido!, no habría mejor manera de despedirse de este mundo.
Tras la primera canción, les siguieron portentos como Hell Ain’t a Bad Place to Be, Back in Black, Big Jack, Dirty Deeds Done Dirt Cheap, Shot Down in Flames…¡extasis total! Era tal la alegría que podías sentir, cómo se metía en cada poro de tu piel.
Angus Young, que con cincuenta y cinco años, no para ni un momento de ir de un lado a otro, nos deleita con unos culminantes solos de guitarra que en ningún momento se hicieron cansinos, no como en otros conciertos, que te entran ganas de subir al escenario y decirle al colega, hey, deja de aburrir, llama a tus compañeros y seguid tocando el resto de los temas!! ¿Y qué decir de Brian Johnson? ¡Todo un show-man!
Mención especial a todas esas preciosas chicas que las cámaras captaron y que aparecieron en las patallas del escenario , donde se podía ver cómo se levantaban la camisa y enseñaban su encantos. Entre el concierto y esto, ¿se puede pedir más? ¡Creo que no!
Un espectáculo como Dios manda. Un escenario admirable, una puesta en escena espectacular, pirotecnia, fuegos, una gorda y gigantesca muñeca hinchable que baila al ritmo de los temas, y unos genios de la música, hicieron que me quedase embobado en más de una ocasión.
Un concierto apoteósico, frenético, delirante, enardecido, triunfante, jubiloso, algo que jamás olvidarán las personas que allí dentro, olvidaban sus problemas, despejaban sus mentes, desnudaban sus almas y saboreaban la vida de esa forma en la que tendríamos que hacerlo siempre. Sorprendía observar la felicidad de tantísima gente, gente que vive en una sociedad cargada de violencia, odios y desprecios y que allí, eran capaces de abrazar y besar a desconocidos, como aquella chica que me pidió que la subiera a hombros para luego agradecérmelo con un beso.
Llegó el momento que todos esperaban, con Highway to Hell y For those About to Rock (We Salute You) el delirio se apodero de todo aquel que allí se encontraba. ¡Y no es para menos! ¡No es ninguna exageración! Porque poder estar abrazado a los tuyos, cantando a viva voz el mítico Highway to Hell, no tiene precio.
Con el inicio de For those About to Rock todos sabíamos que el concierto llegaría a su fin. Así que todos sacamos nuestras fuerzas y unidos, despedimos el concierto como es debido, ¡a lo grande! ¡Elevándonos todo lo que podíamos! ¡Deleitándonos como nunca!
Si impactante fue la entrada al estadio, más aún fue ver la salida. ¡Eso era un océano de gente!
Para mí, era todo un honor y toda una satisfacción, ver a hombres y mujeres, de edad bastante avanzada, rondando los cincuenta e incluso superando los sesenta, entusiasmados y entregados como cualquier veinteañero del lugar.
Por eso, no, no quiero dejarlo, después de lo vivido la noche del sábado en Sevilla, jamás abandonaré esta pasión por la música y mucho menos, este frenesí por los buenos conciertos.
Desde aquí, quiero agradecerle a Sandra su insuperable compañía y el haberme hecho pasar uno de los mejores fines de semana de toda mi vida.
Tras el concierto, pasé una noche inolvidable. Esa divertida charla frente al río, en La Torre del Oro, ese paseo a las cinco de la mañana por La Catedral, no se me olvidará jamás.
Al día siguiente, pase un día precioso. Un domingo como pocos, con ese almuerzo en la Calle Betis donde degustamos el mejor pescaito frito, esos muffin de chocolate y fresa y esos mojitos en el famoso chiringuito del Puente de Triana.
¡Un beso muy fuerte preciosa! ¡Gracias por todo!
Descubriendo Toledo, Manzanares El Real y Chinchón.
No, no subo a Madrid sólo por los conciertos, últimamente estoy que no paro, y es que cada vez que subo, ya de paso me tiro unos días allí y mi hermana (que es la mejor) se encarga de enseñarme todo lo que puede. El octubre pasado, subí varios días con motivo de ver a GUN, que en este enlace podréis ver la crónica del concierto, y en todos esos días hicimos varias cosas, pero lo más destacado, fueron las visitas a Toledo y a Manzanares del Real.
Así que si, como mi buen amigo Manu dice, mis conciertos son siempre de lo más productivo que existe.
Pues bien, en la visita de octubre, a aparte de ir a Burrolandia, dónde hablé de dicho sitio en Anhelarium también y lo podéis ver en este enlace, fuimos cual labordetas a conocer nuevos rincones. Y así fue, Toledo fue el primer lugar elegido. ¡Qué bonito! No viajo nunca, y no puedo decir que es lo más bonito del mundo, pero sí que es lo más bonito del mundo que he visto hoy por hoy.
TOLEDO
Toledo es una ciudad que se encuentra en la España central, capital de la provincia homónima y de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Toledo es conocida como La ciudad de las tres culturas, por haber estado poblada durante siglos por cristianos, judíos y árabes, así como “La ciudad Imperial”, por haber sido la sede principal de la corte de Carlos I de España en los reinos hispánicos.
Esto se puede comprobar fácilmente desde el primer momento que pisas esta bella ciudad. Puedes ver desde mezquitas hasta juderías pasando por iglesias típicas del cristianismo.
Justo al llegar, vimos un puente por donde pasaba un río a gran velocidad y una fortaleza al otro extremo. Destaco este fantástico lugar, ya que las vistas son preciosas y es un sitio que te traslada a esa época antigua. En más de una ocasión, me sentía como un caballero banderizo cruzando las numerosas calles de Toledo. Una vez cruzado el puente, pasamos a callejear por el centro de la misteriosa ciudad. Rincones insólitos (parezco Iker Jiménez hablando), edificios cargados de miles de años de historia, plazas cargadas de piedra tallada y edificios con una arquitectura compleja y perfectamente labrada. Toledo es uno de los sitios más turísticos de España y como es normal, es una ciudad plagada de bares con fabulosas terrazas, restaurantes y tiendas de suvenires, todas ellas, cargadas de espadas de todo tipo, y es que es una de las tantas cosas típicas de esta maravillosa ciudad, las espadas de Toledo.
Otro lugar a destacar en Toledo, es su ayuntamiento y su plaza principal. El ayuntamiento probablemente sea el más bonito que haya visto junto con el de Suecia y la plaza, más coqueta y familiar no podía ser. Todo en Toledo es una preciosidad. La Catedral es portentosa al más no poder e impactante, con esos grilletes colgados en lo más alto y esas vistas. La cantidad de fotos que hice solamente en Toledo, supera las doscientas y no es para menos, Toledo, es una ciudad extraordinaria.
MANZANARES EL REAL
Al día siguiente, tras pasar un inolvidable día en Toledo, fuimos a parar a Manzanares El Real para ver sus encantos, entre ellos, el magnífico Castillo de Manzanares, una preciosidad digna de ver.
Manzanares el Real es un municipio de la provincia y Comunidad de Madrid. Se asienta al pie de la Sierra de Guadarrama y en la orilla del embalse de Santillana, formado por el Manzanares, río que surca su término.
Antes de entrar en el castillo, dimos un paseo por los alrededores, y qué decir, precioso, unas casas y chalets con unas vistas increíbles, que daban al Embalse de Manzanares El Real -también conocido como De Santillana- es uno de los principales focos de suministro de agua de la Comunidad. Se acabó de construir en 1908, pero en 1971 el Embalse adquirió una considerable capacidad de almacenamiento cuando se construyó la nueva presa, con 40 metros de altura. La originaria está prácticamente sumergida y quedan a flote solamente la parte superior de la torre neogótica y algo del dique. El Embalse ocupa una superficie de 1.044 hectáreas y puede recoger hasta 91,2 hectómetros cúbicos de agua.
La presencia del Embalse ha dado lugar a un ecosistema donde los peces como lucios y carpas y las plantas y aves acuáticas son protagonistas.
Pasamos a entrar al castillo. Tras entrar en un enorme salón y comprobar lo hermoso que era, con sus armaduras y estandartes, vimos un pequeño video dónde mostraba todas las películas que fueron rodadas en el castillo. Un bufón de la corte, nos hacía un número de equilibrismo y nos invitaba a visitar las estancias del castillo de su señor. ¡Y menudas estancias! Todas muy grandes, con muchísima decoración hasta el mínimo detalle. Todas las estancias estaban alrededor de un cuadrado patio principal. Me llamó la atención la estancia de los duques, ya que tenían una capilla en su interior de lo más hermosa. Subiendo más arriba, pudimos visitar las torres de vigía, pasando por los miradores y pasadizos secretos. Las vistas desde dichas torres eran espectaculares, todo se veía de Manzanares El Real. La Capilla es lo único que no ha sido restaurado hoy por hoy y actualmente es la casa de todas las palomas de la ciudad, algo que convierte en ese alojamiento en algo más misterioso y recóndito aún.
CHINCHÓN
En este último viaje a Madrid, me llevaron a conocer Chinchón, un pequeño municipio que se encuentra en el sureste de la Comunidad de Madrid a cincuenta kilómetros de la capital.
Coqueto, elegante y de lo más entrañable es este hermoso pueblo. Justo al llegar subimos por una calle cuesta arriba, dónde pude observar sus antiguas casas e históricas plazas. Al llegar arriba, nos encontramos con el rincón más popular y famoso de Chinchón: Su plaza mayor, que a su vez, sirve de plaza de toros para Chinchón. Desde su construcción, la plaza ha albergado numerosas actividades: fiestas reales, proclamaciones, corral de comedias, juegos de cañas, corridas de toros, ejecuciones, autos sacramentales, actos religiosos, políticos y militares, plató de cine (por ejemplo, en la escena taurina de la película “La vuelta al mundo en 80 días”, espectáculo circense en “El fabuloso mundo del circo”), etc.
Algo que me hizo reír mucho, es la explicación que me dio Luisa sobre La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y es que, Chinchón tiene una torre sin iglesia y una iglesia sin torre. En la foto podéis comprobar cómo es cierto, que ambas están separadas. Pero no, esto tiene una explicación muy sencilla y que poca gente sabe. La famosa torre pertenece a la antigua Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia, construida en el siglo XV. La torre fue restaurada mucho tiempo después de que los franceses destruyeran todo el conjunto (en 1808), pero no así la iglesia, que ha quedado totalmente enterrada con el tiempo. Por eso existe el dicho de que Chinchón tiene una torre sin iglesia y una iglesia sin torre ya que la contigua y actual iglesia de la Asunción carece de ella.
Otra de las peculiaridades de Chinchón, son sus cuevas. De hecho, en el restaurante donde almorzamos, Mesón Quiñones Cuevas del Murciélago, pudimos visitar una de las cuevas que poseen en su interior. Allí dentro, visitamos la cueva y pudimos degustar un vino típico de Chinchón, vino que antiguamente se almacenaba en las cuevas para mantener su buen estado.
Chinchón también posee un castillo, el Castillo de Los Condes. Su estado es un bastante ruinoso por su poco uso y la falta de remodelación. En los siglos XIX y XX fue utilizado como casa de labranza y fábrica de licores (anises de Chinchón). Hace unos años la factoría se trasladó al valle del Tajuña, quedando vacía la fortaleza.
Las vistas desde el castillo son fabulosas, si uno se fija bien, podrá observar de fondo las famosas Torres Quio y sus altos edificios de alrededor.
Un día espléndido en Chinchón. Me encantó, y se lo recomiendo a todos que quieran hacer turismo por la Comunidad de Madrid.
De nuevo, gracias chicas por invitarme a descubrir todos estos lugares tan maravillosos.
Un abrazo.
Fatiga y diversión en el Parque de Atracciones de Madrid.

Tornado
Desde mi última visita a Madrid, ya planeamos ir al Parque de Atracciones de la ciudad. Y así ha sido, hoy sábado, 7 de Noviembre de 2009, hemos pasado un gran día. Me conozco muy bien y sé que las atracciones no son mi fuerte, me mareo con facilidad llegando incluso a vomitar en la mayoría de los casos, pero no quería revivir lo sucedido en la primavera del 2002 dónde en mi primera y única visita a Isla Mágica (Sevilla) no me monté absolutamente en nada. Fui de excursión con la clase y me daba vergüenza que me vieran potar, sería el hazmerreír del día y no estaba por la labor. Así que hoy, me atrevería con todo. ¿Quién dijo miedo? Al entrar, comprobamos que había muy poca gente, algo lógico ya que cuando hay puente, los madrileños salen escopetados de la ciudad a pasar unos días fuera. Ahí teníamos un punto a favor, ya que, no tendríamos que esperar largas colas para disfrutar de las atracciones. Una de las máquinas a las que más miedo tenía era La Lanzadera, y hoy, estaba chapada por mantenimiento. Tenía muchas ganas de montarme ahí, pero al verla de cerca, me sorprendió lo pequeña que era para lo que yo me había imaginado. Me quedé con las ganas de probarla, pero por suerte, era la única atracción cerrada junto con una acuática, ‘El aserradero’ (algo lógico por el lluvioso clima de hoy).
El principal plan de hoy: No comer antes de montarnos en los cacharros. No es plan de echar toda la papilla, aunque yo la acabé echando, pero a ello llegaremos más adelante. La primera maquinita a probar: ‘Abismo’, una montaña rusa de lo más escalofriante, con una pendiente completamente perpendicular y unos loopings de aúpa! Era mi primera montaña rusa, y la verdad, salí de ella de lo más contento. Me encantó. Y no, no me dio fatiga, de hecho, justo al salir, me volví a subir. Tras disfrutar dos veces de esta buena montaña rusa, nos dirigimos a una curiosa atracción nunca antes vista, al menos para mí. ‘El Rotor’. Dos ejes unido a un vértice de unos treinta metros contienen en cada extremo varias naves (o eso parecen) que giran, suben, siguen girando, bajan y giran y giran. Poco emocionante, sí, eso pensamos todos, pero al montarnos, si hubo emoción, ya que cuando el cacharro empezaba a subir, a unos cuatro metros del suelo, se paró. Nos quedamos todos con una cara en plan: What the fuck!!! Y nos bajaron para probarla y arreglara.
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